Aquella mañana, la del 24 de octubre de 2012, Málaga se despertó con un brillo muy especial en sus ojos. Algo extremadamente sensacional se palpaba en el ambiente y es que a la habitual alegría que transmitía la capital de la Costa del Sol en su vida cotidiana, se unía que por primera vez y en cada rincón de sus calles se hablaba de futbol, única y exclusivamente de futbol.

No hacía falta ser un sabio de esto del balompié para echarle valor y hablar del extraordinario evento que iba a acontecer en la ciudad, y es que el todopoderoso Milan rendiría visita a nuestro estadio. La Rosaleda, engalanada para la ocasión y mostrándose más bella que nunca, registraría el evento deportivo más importante que jamás se haya vivido en el Paseo de Martiricos como era un partido de Champions League. Pero no uno cualquiera, ya que se trataba del siete veces campeón de Europa quien la visitaba. ¡Ahí es nada!

Los primeros acordes del ya famoso himno de la Champions levantó la pasión de los malagueños que desde el minuto uno y con sus tradicionales cánticos, no cesaron de animar a nuestro equipo, aunque la gran magnitud del evento hizo que los blanquiazules mostrasen excesivo respeto hacia su rival durante los primeros compases del partido, algo lógico teniendo en cuenta que en frente estaba uno de los equipos más laureados del viejo continente.

Pero con el paso de los minutos y llevados en volandas por una afición que causaba verdadero «miedo escénico» al rival, el talento y desparpajo malacitano saldría a relucir de mano de los Isco, Joaquín y el «Conejo» Saviola, quienes comenzaban a merodear peligrosamente por las inmediaciones de Amelia.

La consigna de Pellegrini había sido clara: «Chicos, esta es vuestra gran oportunidad, el momento que todos estabais esperando en vuestras vidas, así que salid a divertiros y haced que aquellos que han venido a veros regresen a casa con la sensación de haber visto un lindo espectáculo». Dicho y hecho. Desaparecido el pánico inicial todo fue valentía y atrevimiento, hasta el punto de que a falta de un minuto para el descanso Joaquín tendría en sus botas la oportunidad de desequilibrar el marcador por medio de un penalti cometido sobre Jesús Gámez. ¡Lo falló! Pero lejos de cundir el desánimo, la «barra» malacitana aumentó los decibelios e hicieron ver al equipo que David era muy capaz de tumbar al mismísimo Goliat.

Montolivo y El Shaarawy fueron de los pocos italianos que llegarían a intimidar a Willy, a los que se le unirían Alexandre «Pato» y Bojan tras la reanudación, pero lejos de aquel legendario equipo de finales de los 80, el Milan solo sería un espejismo de lo que en su día fue, y gran parte de ello fue gracias a la extraordinaria actuación de nuestro equipo.

El Málaga que ya se había desprovisto del temor inicial, en la segunda parte seguiría con la consigna de su míster y es que estaban a un pasito de lograr un hito histórico, por lo que el balón pasaría a ser casi por completo propiedad de los nuestros, llegándose al minuto 64 cuando€ un fabuloso pase picado de Iturra dejaba mano a mano a Joaquín con Amelia, para que el artista del Puerto de Santa María de un soberbio derechazo batiese al cancerbero italiano por el palo corto de forma magistral. El delirio se apoderó de las 30.000 almas que abarrotaban el coliseo blanquiazul.

El resto ya fue historia para un club que antaño luchaba por la supervivencia en Segunda B y hasta podríamos decir que casi por no volver a desaparecer, pero ese día lograría alcanzar el Olimpo de los dioses al vencer a los rossoneri por 1-0 en el considerado para un servidor como el «Partido del Siglo en Málaga».

Aquella noche inolvidable el Málaga formó con: Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton, Eliseu; Portillo (Onyewu, m.90), Iturra, Camacho, Isco; Joaquín (Duda, m. 84) y Saviola (Santa Cruz, m. 70). Y el Milán con: Amelia; Bonera, Mexés, Acerbi (Bojan, m. 78), De Sciglio; Montolivo, Ambrosini, Emanuelson, Constant (Pato, m. 68); El Shaarawy y Pazzini.

No solo fue la victoria más grande de su historia, sino que por entonces y tras vencer a todos sus rivales europeos del grupo de forma imponente con 7 goles a favor y ninguno en contra, aquel día frio y lluvioso -que curioso ¿verdad?- el Málaga C.F. se convirtió en el «Mejor equipo de la máxima competición continental» o lo que es lo mismo, en el «Mejor equipo de Europa». ¡Que nos quiten lo bailado!