Yo nací soñadora y mi madre me enseñó a convertirlo en lucha. Pasé la infancia siendo la abogada del desfavorecido en el patio del colegio y la figura que en todos los conflictos intentaba mediar y pelear por el triunfo de lo que creía justo. No conseguí deshacerme de esa «manía», sigo intentando cambiar el mundo.

Genís Roca dijo que «Como sociedad, deberíamos comenzar a visualizar qué mundo queremos para dentro de 50 o 60 años y empezar a trabajar en esa dirección. Si lo dejamos a la improvisación, ganará la desigualdad. Debe empezarse a intervenir hoy. La palabra es luchar. No reflexionar. Es luchar».

Muchas personas de mi entorno más cercano ven inútil la implicación en determinados temas, me preguntan que para qué hacer eso, que si no sé que el mundo no cambia o si es que acaso creo que voy a ser «yo» la que consiga cambiarlo. Pues mi respuesta es que sí: que creo en el cambio y creo en que yo puedo ser parte de él. Y también creo en que lo puedes ser tú, persona que me está leyendo ahora mismo. Y te animo a que hables, a que expreses lo que sientes y piensas y a que apoyes (o no obstaculices) a aquellos que están moviéndose para cambiarlo.

«Los sindicalistas que llevaron a cabo las primeras luchas contra los abusos en las grandes fábricas de Inglaterra también fueron unos pioneros cuando parecía que era imposible enfrentarse a los poderosos», dijo también Genís Roca y yo te digo que en estos tiempos convulsos no te rindas: sueña y lucha.

Lucía Cuesta García.

Málaga.