'Días borrascosos nos esperan', por José Becerra

El Partido Popular, que ha obtenido una remontada que nadie puede poner en duda, pese a que no escalar esa cima de los 100 escaños a la que aspiraba, si está en condiciones de exigirle al PSOE que intente convencer a Pedro Sánchez que renuncie a su investidura, pese a que se da por hecho que se aferrará a ella contra viento y marea. Están en su derecho las huestes de Pablo Casado de exigir la cabeza del líder socialista si es necesario que un acuerdo de gobierno entre ambos partidos hegemónicos vengan a poner sosiego en el enriscado panorama político que se avecina.

Tras unas elecciones que nos colocó a los españoles otra vez en el punto de partida, y en una tesitura que es de esperar dure más tiempo de la que acabamos de coronar, no sería descabellado un gobierno que tuviera como primera cabeza visible a un político relevante- hay quien apunta a José Borrel, entre otros- y unos ministros, que procedan de uno u otro partido que entraron en liza, apero que ahora están condenados a entenderse.

Con los resultados de los comicios recién celebrados en la mano se mantiene en muchos la creencia de que es decisivo para alejar la implantación aquí y ahora de la formación que se ha dado en llamar «Gobierno Frankenstein», a saber, un pacto entre socialistas y aquellos que ansían destruir a España desde la Ciudad Condal. Eso, se antoja nos totalmente a descartar, porque sería entregar una guillotina para cercenar las aspiraciones de quienes pretenden mantener la unidad de España contra viento y marea, ahora más que nunca vivas sus aspiraciones de insurrección y la continuidad de las algaradas callejeras para obtener su independencia del resto del país. La solución para la barahúnda que mucho es de temer venga instalarse entre nosotros, no parece descabellado esperar que, para frenarla, se pongan de acuerdo las fuerzas de mayor relieve que los comicios han dejado bien patentes, Que tome cuerpo un pacto de Estado entre el PSOE y el PP, sabedores que este acuerdo alumbraría un Gobierno que tanto beneficiaría a la buena marcha social, económica y de cualquier otro pelaje que España, se está necesitando, visto el mandato de las urnas, tanto como el comer de cada día. Aunque ello suponga, paso que ya se ha dejado bien claro por parte de los populares, que se erija ahora como paladín de centro-derecha, un acuerdo para que los socialistas acaten la exigencia de aquellos a que Sánchez abandone la presidencia del Gobierno. ¿Impensable? Cosas más difíciles o rocambolescas nos ha deparado la política a lo largo de los últimos tiempos.

Sánchez tendrá que elegir, en cualquier caso entre PP y Podemos, merced a la imposición que las urnas le obligan. De uno u otro partido va a depender que siga pernoctando en la Moncloa. Ambos impondrán sus condiciones si se les exige que tiendan la mano para formar ese Gobierno de coalición que se ve como más probable de cara al futuro más inmediato. Lo más probable es que el futuro presidente, ya sin el remoquete de «en funciones» se decante por conceder ministerios a miembros de Podemos. Ahora más que nunca Pablo Iglesias se mostrará irreductible en su afán de lograrlo. Días apasionantes en la política española nos esperan. Si es que nos atrapa en su vértigo, que ya hay muestras bien visibles en la ciudadanía del hartazgo que les solivianta.