Ha tenido que llegar el frío para recordarnos que ya no es verano. La playa a dos pasos queda ahora muy lejos, los turistas se agolpan en las calles más céntricas, algunos paseando su cara de decepción ante el frío como si aquí el sol no diera nunca tregua y se contratara, sin embargo muchos se resisten a cambiar de ropa y van todavía en camiseta o sin chaqueta, han venido de lejos a visitar Málaga y no están dispuestos a llevar los atuendos de siempre, los que dejaron en casa, la maleta pesa menos con ropa ligera y además caben más sueños; desprovistos de abrigo se refugian del frío en la multitud buscando el calor de la compañía, pero el viento va a su aire y dispersa a la gente y cuando cae el sol apenas pasean unos pocos de camino a algún lugar más caldeado, las terrazas se cierran y calientan con estufas y mantas a mano o se quedan vacías y todo el ruido y calor pasa a dentro.

Qué pena que no se aprovechen las bajas temperaturas para enfriar también un poco el ambiente, en general, que ya nos va haciendo falta. No ayuda echar más leña al fuego, pero hay quien no para, se diría que algunos piensan salvar el invierno con incendiarias palabras o simplemente ardiendo. Las grandes hogueras producen calor para todos y muchos se arriman, pero una vez se apagan no queda más que cenizas, y a ver con qué se calienta uno luego si no dejamos nada a salvo.

Porque parece que se acerca un largo invierno y todavía no nos hemos sacudido todo el frío del último. Mucha suerte hemos de tener para conseguir acordar algún resguardo y abrigo para que no nos pille de golpe el mal tiempo a la intemperie del desentendimiento. Y depender de la suerte es tenerla muy mala.