Perdón no ha pedido nadie. Porque nadie ha asumido el delito. Sólo se han centrado en lo que no se ha juzgado, en lo que no se ha hecho que sí hizo el adversario. Pero lo juzgado en el caso de los ERE fraudulentos no es si algún expresidente andaluz robaba dinero de la caja para asar una vaca. Lo que se ha juzgado es el último disparo contra la credibilidad democrática. Es la apropiación de una institución de todos a favor de los intereses de unos pocos.

Millones

Y poco importa que, en la confrontación partidista habitual, los unos digan que han sido los 680 millones de euros destinados a expedientes de regulación de empleo de empresas en crisis los malversados o que los otros digan que en el cómputo final, como si fuera una nadería, si se resta a ese montante lo cobrado por los prejubilados reales, lo malversado ascendería ‘sólo’ a unos 158 millones. Aseguran, por tanto, que sólo ese dinero es el que se han metido algunos correligionarios, amiguetes, familiares, mediadores y colaboradores necesarios para vehicular el fraude en los bolsillos, y que sólo una parte de esa parte del dinero es la que se ha gastado alguno y su chófer en cocaína y gin tónic. Ni un euro más. Como si la sentencia no dijera lo que dice.

1.800

Y lo que dice, aunque no me haya dado tiempo a leerme los 1.800 folios como a Susana Díaz en dos días, es que el sistema de reparto se creó ex profeso y que el Gobierno andaluz entero sabía o miraba para otro lado, aunque debería haberlo vigilado. Por eso los cajones acumulaban los reparos de los interventores. En ellos se advertía de que se habían anulado los controles y se estaba repartiendo el famoso fondo de reptiles entre empresas, aseguradoras e intermediarios sin que, por tanto, se pudiese evitar que algún lagarto hambriento terminara suelto. Así se financiaba con dinero público la paz social para seguir gobernando. Y, mientras algo tan grave sucedía, algunos de los que en el eslabón final partían y repartían también se llevaban sus buenas partidas.

Pedos

Ni Andalucía ni el resto de este país todavía llamado España se merecen seguir acumulando razones para el descreimiento, las que hacen crecer el voto del descontento a partidos extremos carentes de capacidad de gestión y madurez política que, además, alimentan odios del pasado o fabrican nuevos. Aunque los ciudadanos no seamos ángeles y los políticos sean el reflejo de la sociedad de la que salen, no nos merecemos esto. Y menos, mientras un president llamado Torra argumenta pedos, judías y butifarras ante quienes le juzgan por jugar al un, dos, tres, pollito inglés poniendo y quitando una sábana amarilla en el balcón de la Generalitat. Otra institución de la que unos pocos -en este caso independentistas, sean más o sean menos- se han apropiado en su irresponsable, iluminado y burgués beneficio particular.

Andante

Si no hubiera sido porque Gil de Gálvez, el director de la formación musical Concerto Málaga, me envió un vídeo con una actuación del conjunto de cámara en el Centro de las Artes de Seúl, junto a la chelista coreana Hee Young-Lim, interpretando el Andante Cantabile para Violonchelo y Orquesta de cuerdas de Tchaikovsky, habría escrito esto más enfadado. La formación malagueña es un orgullo que conviene conocer y que, para celebrar el día de Sta. Cecilia, patrona de la música, te puede sorprender con una pieza tan delicada y perfecta para una tarde lluviosa como la de ayer.

Ballena

También me alegró el vídeo que colgó el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Salado, en una red social. En él se puede ver cómo un hombre ayuda a recuperar el rumbo mar adentro a una ballena varada en la playa del Rincón de la Victoria. El cetáceo, al parecer de una especie denominada ballena enana pero que mide casi tres veces el hombre que la salvó, perdió el rumbo e hincó la panza en la arena de cabeza a la playa. Darse la vuelta en esa posición con marea a la baja era prácticamente imposible. Un mago vestido de neopreno lo consiguió.

Loma

Y otro mago, ‘El mago de Riga’ (capital de Letonia, la más grande de las ciudades bálticas), fue la otra sonrisa de esta semana. Nos lo presentó anteayer en el Ateneo José María de Loma que, al fin, publica su primera novela. El libro es más corto que la sentencia de los ERE y mucho más fácil y divertido de leer. Duele menos y tiene como personaje central a un curioso ajedrecista que tocaba el piano divinamente a pesar de que le faltaban varios dedos de una mano. Gil de Gálvez le habría contratado si no fuese porque su formación es de cuerdas. El otro día metimos un clavecín en el estudio de Canal Sur en Málaga desde el que hago las mañanas de los fines de semana en la radio. Parece un piano pequeño y barrocamente decorado, pero no. El piano es, aunque algunos no lo sepan, un instrumento de percusión. El clave lo es de cuerdas. De ahí su peculiar sonido que tanto recuerda a Bach. Al ver un piano y un clave juntos les podríamos preguntar: Eres o no eres… Porque hoy es sábado.