Transcurría un 8 de abril de 2013 cuando las señales horarias estaban a punto de dar la medianoche, -hora de las brujas-, y toda Málaga se encontraba pegada a los transistores y medios de comunicación locales para ver cómo habían llegado sus chicos a la Westfalia alemana. Fue la noche en la que la Costa del Sol al completo no lograría conciliar el sueño presa de los nervios ante la magnitud del evento que se les avecinaba al día siguiente. Y es que nuestro querido equipo blanquiazul estaba a un paso de lograr un hito histórico sin precedentes: colarse en las semifinales de la máxima competición europea. Para ello únicamente deberían lograr un empate «con goles» en el infierno del Westfallen Stadium, misión hartamente complicada a tenor del rival que tenían en frente -Los Hummels, Sahin, Gündogan, Reus, Götze, Lewandowski y compañía-, pero no imposible.

Con el pitido inicial la fiebre amarilla encabezada por el entusiasmo de la Gelbe Wand asfixió al Málaga hasta la extenuación, pero perfectamente asesorados por el «Profe» Pelegrini desde la banda, lograron mantener la calma necesaria para capear el vendaval de los primeros minutos hasta llevarse el partido a su terreno. Fueron momentos de angustia más por miedo escénico que por el juego en sí del Borussia.

Sin Saviola pero con Julio Baptista y a veces hasta Joaquín como falso 9, el Málaga lograba desconcertar a la defensa rival, y fue por ahí donde vendría todo nuestro peligro. A los 25 minutos una fantástica pared entre Baptista e Isco fue mal despejada por Subotic, que sin querer hizo llegar el balón a «Hulio». Éste agradeció el regalo y tras realizar un recorte digno de un gran maestro taurino, el del Puerto de Santamaría lograba colocar el esférico lejos del alcance de Weindefeller para locura de los más de 2 mil valientes boquerones que asistían al envite.

Pero a los 39 minutos una pérdida de Antunes habilitaba una contra perfecta de los alemanes culminada por Lewandowski para llevar las tablas al marcador. Hubo tiempo para que Joaquín con su arma menos mortífera como era la cabeza, gozase de una clara ocasión que desbarató milagrosamente el meta teutón. Final de los primeros 45 minutos y medio trabajo ya estaba hecho, el empate «con goles» nos servía.

Los blanquiazules no recayeron en la trampa del congojo inicial tras la reanudación y los Demichelis, Toulalan y compañía mostraron sus credenciales con un golpe de autoridad encima de la mesa. Esto hizo que el respeto de su adversario ante el descaro de los costasoleños se acrecentase paulatinamente hasta el punto de que a falta de poco menos de 10 minutos para el final, una estupenda jugada trenzada nuevamente entre Isco y «La Bestia» Baptista, fuese remachada -poniendo el alma en ello- por Eliseu para anotar el 1-2 que haría subir al séptimo cielo a toda una ciudad como Málaga.

Cuentan los más viejos del lugar que el silencio sepulcral que en aquellos momentos invadiría al estadio teutón jamás antes se había producido ya que ningún hincha local fue capaz de concebir semejante descalabro, mientras que el grito de alegría de toda una nación como la española resonó por cada rincón del viejo Continente.

El trabajo ya estaba más que hecho. Unas semifinales a la vista quien nos lo iba a decir. Las manecillas del reloj hasta habían sobrepasado el minuto 90, pero€el resultado final fue de 3-2 para el Borussia de Dortmund (Reus 91´ y Santana 93´).

No, no fue una de esas pesadillas horrendas que de cuando en cuando nos sobresalta en mitad de la noche, sino que en 3 minutos fatídicos las ilusiones no solo de una ciudad, incluso de todo un país que por una noche fue enteramente malaguista, se esfumaron de un plumazo dejando un largo llanto en su penitencia y cuyo dolor podemos decir que aún perdura en nuestros días.

Un Madrid con más sombras que luces en aquellos momentos hubiese esperado a un intratable Málaga en semifinales, por lo que si nos hubiésemos atrevido a apostar por alguno de ellos, sin duda que hubiera sido en favor de los nuestros.

Málaga, C.F. vs Bayern de Múnich, la gran final de la Champions League de la temporada 2012-2013, algo que perfectamente pudo ser, pero que el fatal destino nos arrebató de la manera más cruel posible.