Hay gente que lleva siempre dentro la Navidad. Lo decía ayer José María de Loma en su Palique inmejorable. Al final va a resultar que El mago de Riga es él; un mago según Málaga, claro. Me refiero al personaje que da título a su novela. Pero, volviendo a los resplandores led navideños, la verdad es que no es un asunto de muchas luces estar midiéndose por ver quién es el que tiene las luces más largas, que termina ganando siempre el que las tiene más cortas. La verdad es que las luces de Navidad están ya ahí y son un éxito un año más...

Altos vuelos

La apoteosis de la inauguración del alumbrado en la malagueñísima calle Larios, del que da buena cuenta el periódico de hoy, fue innegable. Ojalá nos dure mucho Antonio Banderas, que ya brillaba con luz propia antes de encender las luces ayer con la concejala del ramo iluminado, Teresa Porras, acompañado del alcalde, Francisco de la Torre, y del Presidente del Gobierno andaluz, Juanma Moreno, el consejero Elías Bendodo y otras autoridades. Y luego cantó Blas Cantó. Banderas lo mismo nos sirve para que un pregón de Feria se vea en medio mundo, para inaugurar un teatro en calle Córdoba con Almodóvar del brazo en el que, además, cada tarde canta y baila; para enseñarles a las stars de Hollywood a pronunciar Málaga sin resbalar en la sílaba ga, para decirle en malaguita: «un puntito, ¿no?» a Victoria Abril en «Átame», para dar un pedazo de pregón de Semana Santa de Málaga y un vibrante discurso de doctor honoris causa en la UMA, que nos sirve para comprarse una casa en la calle de la Victoria y cenar en el Pimpi, que para, a este paso, tener que arreglar el desaguisado del perdido vuelo Málaga-Nueva York de Delta Air Lines, un desaguisado que se veía venir (o mejor, que se veía irse). Aunque, bueno, Ryanair ha anunciado que inaugurará dos nuevas rutas Málaga- Marruecos a partir de marzo...

Otra Navidad

A mí me gustan más las luces de este año que las de años anteriores. Pero soy un mal seguidor del alumbrado. A mí, tan poco requeté que ni me gusta la tribuna oficial de la Semana Santa (al menos el año pasado disminuyó el mamotreto que secuestraba año tras año de manera grosera la plaza de la Constitución), difícilmente me podía gustar el cacharrerío que soporta, sobre todo de día, la inocente calle Larios. Qué culpa tendrá el tomate, que está tranquilo en la mata, de que lo cojan y lo metan en una lata, como a la calle Larios. Ese cacharreo de tubos de metal, estructuras de neón, tornillos y remaches es más llevadero este año y el resultado nocturno resulta, literalmente, brillante, que no cegador. Está bonito. Y es un espectáculo gratuito para quienes no tienen más que la posibilidad de pasear, sin poder comprar nada de todo lo que se vende a cada paso, casi la ciudad entera. Me gusta la Navidad, tengo niños pequeños y esta fiesta es para ellos. Pero no desisto de imaginar una muy distinta para mi ciudad. Una Navidad donde el consumo no sea Dios. Una en la que los puntos de luz sean discretos y permitan imaginar mucho más que lo obvio. Una en la que los altavoces no tengan la voz tan alta. Una en la que la conversación y la mirada del otro sean más protagonistas que los selfies y el móvil. Una Navidad que no se celebre, también, para obtener beneficio económico. Una Navidad, otra, mucho más navideña que ésta...

61

Encendido de las luces de Navidad de Larios en Málaga

Mucho tomate

A todo esto, y ya que he recordado antes la estrofa de esa coplilla que terminó en fandango, la del tomate, me ha dado por buscar su origen y no me lo esperaba. Resulta que la letra del fandango viene de una de las cuatro estrofas de una canción revolucionaria, muy popular en la Guerra Civil española, llamada La hierba del camino. «Qué culpa tiene el tomate / que está tranquilo en la mata / y viene un hijo de puta / y lo mete en una lata / y lo manda pa Caracas», así se cantaba la tonadilla resucitada en los políticos años de la década de los 70 por el grupo chileno Quilapayún, utilizada como proclama contra los terratenientes que explotaban al campesinado. De aquellos tomates a los huevo de toro que ahora se siembran en Coín...

Sombra y luz

Pero las luces también se apagan. Un nuevo atentado, si se puede llamar así a estas chapuzas sangrientas que ahora son el nuevo terrorismo, dejaba ayer cinco apuñalados en el puente de Londres. Es muy duro el vídeo en el que se ve cómo uno de los policías dispara sobre el homicida, tras separar a un transeúnte que parece intentar atraparle («Cuando alguien te ataque con una pistola agárrale pero si es con un cuchillo sal corriendo», aconseja De Niro en El irlandés, la última película de Scorsese que aún se puede ver en pantalla grande en el cine Albéniz, antes de su destino televisivo en Netflix). La única noticia que mantenía la luz encendida, era la de esos bañistas que auxiliaban como podían a algunas de las 24 personas inmigrantes, entre ellas bebés y niños, que desembarcaron exahustas en la playa del Águila, en Gran Canaria. Y adiós, noviembre... Porque hoy es Sábado.