Mi padre ponía como ejemplo de acción inútil la del perro que tras defecar rasca el suelo para echar tierra, aunque sea en asfalto o cemento. Algo así estamos haciendo ante el único problema realmente decisivo al que se enfrenta la humanidad, el del cambio climático. Ahora todos nuestros actos privados o públicos, particulares o empresariales, sociales o políticos, están decorados con los lemas, mensajes e iconografía de la sostenibilidad y la defensa del medio ambiente. Sin embargo el efecto de ese rito en la lucha contra el calentamiento es inapreciable, sirve únicamente de placebo y retrasa una toma de conciencia verdadera. Cuando ésta tenga lugar (tal vez demasiado tarde) será en forma dramática, pues solo un cambio completo en nuestro modo de vida y de consumo podría frenar al menos el proceso. De momento nos limitamos a rascar el suelo de cemento con las patas traseras.