Mira que yo he sido toda mi vida de patatas, huevo frito y salchichas. Mira que para mí comer fue siempre más una necesidad que un placer. Ana cambió en mí esto. Me enseñó, y me sigue enseñando, a comer. Ella fue quien me llevó por primera vez a tu casa hace ya no sé ni cuántos años. En ese primer local que tenías apenas cabían tres mesas. ¡Vaya descubrimiento! Todo estaba buenísimo y todo era diferente. Pero no pudimos repetir, no pudimos porque cambiaste de casa. Tu segunda casa era mejor. Más grande, más mesas, una barra. Esa barra es la que nos vuelve locos. Nos vuelve locos porque allí cenamos frente a Juan. Y porque somos de barra. No solo lo hacemos en tu casa. También ayuda saber que si no reservas puedes cenar porque comer en una de tus mesas sin reservar es imposible y nosotros somos muy de hacer las cosas sin programar.

Allí he descubierto qué es el unimiso, el atún picante y que la concha fina o el bolo también se pueden tomar en nigiri. Era entrar y mirar a esa pizarra que había en la pared para ver qué nigiris había fuera de carta. Y es que a tu casa se va para cenar disfrutando, sin pensar que comer japonés es caro y tienes que estar pendiente para que la cuenta no se dispare. En tu casa el precio está muy conseguido y se come de miedo. Bueno, ayuda que Ana es la que pide y ella lo sabe hacer de lujo. Por eso era tan difícil no ir cada semana a visitarte.

Tu cocina es muy sencilla, sin tantas salsas como ponen en otros sitios que van de modernos y que lo que hacen es que los uramakis sepan a salsa y no a pescado. Tu vas más de tradicional, arroz, pescado y punto. Y se hace nigiri de todo, no solo de atún y salmón. Salmonete, jurel, calamar, urta... Te da igual lo que haya en el mercado. Tú lo conviertes en nigiri, tú lo conviertes en un manjar. Hasta las hamburguesitas de pato son letales...

También te digo que la compañía es importante y que vaya a verte siempre con Ana ayuda a que tu local se convierta en un paraíso y el momento en magia. Además están Juan y todo su equipo, porque por muy bien que comas si no te tratan con cariño no es lo mismo, y allí nos tratan siempre de estrella Michelín.

Cuando la mujer de Juan nos dijo con esa cara de alegría que os mudabais otra vez, en principio no te hace gracia. Después comprendes que la cara de alegría es sinónimo de nuevo proyecto, de ambición, de mejorar. Y te alegras por ellos porque estás seguro de que les va a ir mejor en ese nuevo local. Después investigas y ves que la nueva casa está más cerca de donde vivo y que hay una magnífica zona de aparcamiento, que facilita la visita. «En noviembre estamos abiertos otra vez». Bueno, es poco tiempo, podremos esperar.

Pero ya estamos en diciembre y no puedo aguantar más. Ya hemos ido varias veces a tu nuevo domicilio a ver si se ve algún local en reformas, o algún cartel. De vez en cuando llamo a tu teléfono y sigue estando ese mensaje de Juan diciendo que estáis de mudanza. Tengo claro que tenéis ganas de abrir porque estos meses sin ingresos deben ser difíciles. Y que todo lo que tenga que ver con hipotecas, aperturas y papeleo siempre va despacio. Pero yo ya no puedo más. Estoy cansado de sustituirte por otros sitios, que no niego que también se come genial, y que yendo con Ana también se convierten en mágicos. Pero no es lo mismo. Dicen que echas en falta algo cuando no lo tienes, y eso me está pasando contigo, que ahora que no puedo visitarte solo quiero comer en tu casa.

Y la espera a que abras de nuevo se hace eterna, y añoras el nigiri de pez mantequilla unimiso, y otra vez vuelves a llamar a ese teléfono a ver si alguien contesta. Ahora te das más cuenta de lo mágico que era cenar en la barra de tu local.

No sabes lo que cuesta decidir dónde ir cuando lo que te apetece es cenar con Ana en tu casa. No nos queda otra que seguir esperando a que vuelvas a estar abierto, deseando que a Juan no se le haya olvidado poner barra frente a su cocina ni pizarra con los nigiris fuera de carta. Y mientras esperamos solo me queda decirte que te echo mucho de menos y que no te pondré los cuernos, nosotros la comida japonesa la comemos en Rocío Tapas y Sushi.