Aunque el compromiso social siga asomando en las letras de cantaores y artistas del flamenco actual de manera esporádica, lo cierto es que aquello que fue una tendencia en la Transición ha dejado de ser algo tan presente en este género. Con esta realidad incuestionable, y quizá criticable, la recuperación de la figura de José Menese en forma de documental supone un aldabonazo a la conciencia colectiva de los flamencos y del resto de músicos.

Aquello de cantar por boca de los desheredados casi no existe y esa es la pena que sobrevuela todo lo narrado, pues las condiciones sociales y culturales han cambiado pero la miseria sigue asomando con crueldad por las esquinas de la tierra que sirve de fondo de escenario; Andalucía.

Remedios Málvarez es la codirectora de este trabajo con Juan Romero, que en la previa del 4-D andaluz, pudo verse en la sala Cajasol de Sevilla y en el que vuelve a dejar apuntado su decidido interés en crear un verdadero género cinematográfico flamenco. Un camino cuyo patriarcal sendero apenas han transitado con valía y acierto plausible unos pocos nombres como Edgar Neville, Carlos Saura, Isaki Lacuesta o Dominique Abel. Malvarez ya presentó sus credenciales en este subgénero con Alalá y desde Menese, estrenado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla hace dos meses, confirma una aportación muy interesante al género en esa tendencia mundial de los documentales sobre músicos de gran personalidad de los sesenta y setenta.

La realizadora onubense ha conseguido ya algún premio con este trabajo, donde narra la gloria y caída de un mito andaluz llamado José Menese, oriundo de la Puebla de Cazalla. El documental también se abre a contar las visicitudes profesionales y hasta casi sentimentales de alcoba con su dueto artístico-intelectual de su mejor época; Francisco Moreno Galván, con el que desde lo local trascendió a lo universal, con la cumbre conocida de aquel recital memorable en el Olympia de París en 1973.

Sin duda, el interés radica básicamente en la rareza que supuso su cante comprometido a las claras, cuando el flamenco siempre había sido un arte ácrata pero sometido al dinero de los señoritos y el de que se produjera en la asociación de dos personas, un intelectual poeta-pintor y un rebelde kamikaze tipo El Cordobés salido de la más baja estracción social andaluza. Esa intención político-comercial también fue un hito en la industria nunca antes dado, ni que se haya repetido.

Como añadido está la trabajosa vida personal de Menese, salpicada de episodios de auténtica rock and roll star, dos mujeres a la vez y dos hijos que nacen el mismo día y una adicción al alcohol en la decrepitud de su vida profesional. Todo ello da la redondez de un personaje ya desaparecido, incomprendido y anacrónico defensor de un tipo de cante flamenco ortodoxo, que ya ha perdido tirón comercial.

La película de Málvarez también acierta en el uso del contraste en la modernización de tres versiones de cantes suyos en la voz de La Tremendita, Rocío Márquez y Laura Vital con Raúl Rodríguez, quizá un buen puñado de los grandes revolucionarios de esta música en la actualidad. Choque interesante de evolucionistas contra un inmovilista de manual. También lo hace en sacar algunos correligionarios de aquellos tiempos como Manuel Gerena, aún vivo, pero quizá cae en cierto abuso de la nostalgia de un tiempo pasado que fue más auténtico, de unos escenarios y cierta narratividad previsible y de un pelín de largura en su desenlace.