Habrá que encontrárselo al modelo político que hoy emerge en todo el orbe, un híbrido de democracia y autoritarismo cuyo rostro viene dibujado por la línea de puntos que con distinto grado de pulsión (unos deslizándose francamente hacia la dictadura, otros apuntando maneras o perdiendo las formas democráticas) une a Erdogan, Trump, Maduro, Putin, Netanyahu o Duterte, por poner algunos ejemplos. Llamar a esos sistemas de hecho semidemocracia, o democracia de baja calidad, no basta para denotarlos. Su caracterización tampoco es muy complicada, y en todos ellos hay un liderazgo que se pretende carismático, el recurso constante al populismo y un acoso a la prensa libre, que conviven con la existencia de elecciones y órganos representativos. Urge poner nombre a esta epidemia mundial de afecta al sistema de libertades, pues una enfermedad propiamente dicha no existe mientras no tiene nombre.