Tanto creer que vivíamos en un país en el que todo el mundo buscaba algo y resulta que vivimos en uno en el que todo el mundo encuentra algo. La Comunidad de Madrid ha encontrado 200 contratos con la cláusula que nutrió la caja b del PP. Los de la Junta de Andalucía se han encontrado mazos de documentos lacrados guardados en cajas fuertes y relacionados con los ERE. Los han llevado al juzgado. A los documentos.

Aquí tenemos una clase política que en lugar de gobernar se dedica a hurgar rincones, pulir esquinas, quitar telarañas, abrir cajones, profanar despachos, bucear en ordenadores, descubrir pasadizos y busca que te busca, levantar alfombras y destapar vergüenzas. Niño, mírame ese cartapacio. La herencia recibida. Papelajos. Legajos de corruptelas.

Lo de Madrid son pruebas de que el PP se financiaba irregularmente. Empresas eran obligadas a dedicar un 1% del contrato obtenido con la administración a publicidad, que luego contrataban con empresas que hacían las campañas al PP. Lo de Andalucía son pruebas de que (en este caso una empresa cárnica) la Junta no hacía el menor esfuerzo en reclamar préstamos, con el consiguiente quebranto para las arcas públicas. Tres millones y pico, nada menos, en este caso, uno de tantos que componen los ERE.

Lo que a uno le extraña es que las cosas y cajas fuertes, papelones y documentos puedan estar un año ahí sin que nadie les haga caso y que ahora de repente, zas, aparezcan. ¿Nadie iba a la agencia IDEA, lugar en Sevilla donde estaban las cajas?, ¿nadie abría ese despacho?, ¿estaban las cajas fuertes camufladas como armarios para la ropa de invierno?, ¿en qué lugar se enamoró de ti?, ¿de dónde es?

Se nos va trabando la columna y nos entran canciones al texto por mor de la música que tiene puesta el vecino, que se ha levantado (de la siesta) romanticón y empalagoso, peralista y preguntón ¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?

No sabemos qué será lo próximo. Salvo que llegará la noche. Tal vez continúen buscando cosas. Mejor dicho, encontrando. Si las cosas tienen su sitio nunca se pierden, recomiendan las madres. Yo siempre dejo las llaves en el mismo sitio, aunque lo importante sea encontrar algo que abrir. Es la hora de los 'levantalfombras', visto que La Moncloa es de 'cambiacolchones'. Se busca.