Solamente cuando la soledad afirma su genio, nos damos cuenta de la forma perecedera de los afectos. Toda muerte empieza por una vida...

Hay personas enteramente dominadas por lo absurdo, no ven que junto al relieve de los sentimientos está el delicado refinamiento del alma. En definitiva, junto a la indecisión, vive la angustia que toma forma gallarda y con sombrío resentimiento calla. Es, pues, dicho de otra manera, una de las formas más simples de cobardía: el pasotismo.

Los afectos son muy importantes, junto a ellos está el calor de la amistad, la ebullición del amor y el estremecimiento familiar. No advertimos que muchas veces no sabemos cuidarlos, y claro, al profundizar en muchos finales, nos damos cuenta del error de muchos principios. Hace poco, con el frío en la espalda, comprendí que lo abundante es el fuego de la vida. El que procede del abrazo, el beso, el roce e incluso de la caricia...

La semana pasada recibí un correo. Sí, era de un lector que durante una vida había sido de espíritu distraído, y ahora (por lo visto) se da cuenta de la cantidad de personas que ha dejado por el camino. Según él «por su mala cabeza». Junto al detalle de sus líneas pude apreciar que al lado de la fantasía del narrador, muchas veces, se esconde la culpa. Raramente vemos las cosas como son; lo que expresamos es el impulso de nuestra mente, el mismo que encuentra acentos en el lugar de los puntos y paréntesis en el lugar de la exclamaciones.

Los sentimientos son los aliados del hombre. Los mismos que no matan el tiempo. Nuestra existencia es una breve fortuna de vida provisional. Todos somos candidatos a morir, por lo tanto, es importante llenar la vida de afectos y buscar estimulantes. El señor que me escribió el correo me dijo: «Junto a mis lágrimas de hoy está la dejadez del ayer. Por vanidad consideré que querer era debilidad y ahora me veo así».

Hay cosas que se realizan desde dentro, difícilmente seremos capaces de amar si antes no desarrollamos la capacidad de sentir. ¿Saben? Junto a la esperanza siempre hay presunción de vida.