Debemos creer en la suerte. ¿De qué otra manera podemos explicar el éxito de aquellos que no nos gustan?, me comenta el novelista, poeta, dramaturgo, ensayista y cineasta francés Jean Cocteau en estos días donde una gran mayoría tiene depositado sus anhelos en un décimo de lotería navideña, como siempre compartido entre familiares, compañeros de trabajo y amigos.

Hoy, 18 de diciembre, hace 207 años que se celebró por primera vez el sorteo de la Lotería de Navidad en nuestra vecina Cádiz. A través de su historia, este juego ha ido consolidando su trayectoria hasta llegar a ser un fenómeno sociológico el cual nos conduce a jugar de forma compulsiva y en ocasiones sin quererlo, convirtiéndose en el más importante y popular de todos los realizados en España. Ahora bien, ¿existe la suerte?; la respuesta lleva siendo debatida miles de años.

Según los expertos, el azar es una combinación de circunstancias o causas imprevisibles, no lineales, sin un plan previo establecido y ningún propósito; supuestamente provoca un determinado acontecimiento que no está supeditado por la relación de causa y efecto ni por la intervención humana. Así pues, el azar es un caso fortuito al que si es negativo llamamos contratiempo. Si algo fue por azar significa que sucedió de manera fortuita, involuntaria; sin guía ni rumbo, de forma aleatoria.

Lo cierto es que los malagueños por estas fechas seguimos aplicando el «por si acaso» y dejándonos llevar por la denominada envidia preventiva -por si le toca a los compañeros y a ti no-, jugamos emocionalmente a la Lotería de Navidad auspiciados por los deseos generados hasta la misma celebración del sorteo. Los sueños, siempre los sueños. Feliz Navidad.