A propósito de Greta Thunberg se ha llevado al límite ese mecanismo de descalificación precoz del adversario que, sin entrar en argumentos, lo acusa de hipocresía al no ser del todo coherente con lo que predica. De este modo, solo podría predicar contra el cambio climático aquel que a su paso por la vida no dejara huella ecológica alguna, o luchar contra la desigualdad quien renunciara a todos sus bienes e ingresos, salvo los justos para sobrevivir. Ese tipo de reproche, coloca al que lo hace fuera del sentido común y de la proporción. Asumamos que es una hipocresía ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio (Mateo, 7, 1-5), pero, sensu contrario, es legítimo ver la viga en el ojo ajeno aunque se tenga una paja en el propio. La exigencia de 100% de pureza para denunciar la impureza sólo llevaría a la impunidad de la indecencia y a la perpetuación de la injusticia (al final de eso se trata).