Si acreditados juristas, magistrados y profesores de Derecho Constitucional no se ponen de acuerdo sobre la sentencia del Tribunal Europeo de Justicia sobre Oriol Junqueras ya me dirán ustedes qué pinto yo escribiendo y reflexionando de la misma. Sí quiero dejar por escrito algo que tengo claro: la utilización de la sentencia por parte de los independentistas pretende ocultar la esencia de la misma, que se refiere exclusivamente a un asunto procesal y no cuestiona los hechos por los que Oriol Junqueras está condenado a 13 años de prisión.

Dicho esto me interesa, sobre todo, saber qué sucederá con el previsto acuerdo de Gobierno de Esquerra con el PSOE para investir a Pedro Sánchez. Por lo que sé los puntos básicos del mismo están ya pactados y quedan flecos cara a la galería, en especial pensando en los militantes de Esquerra. Tanto Junqueras como el fugado a Bruselas saben que una terceras elecciones podrían dar la victoria a la derecha y la ultraderecha de Vox, con Abascal de vicepresidente y Cayetana Álvarez de Toledo de ministra encargada de política territorial y el 155 hecho realidad. Pese a ello, Oriol Junqueras tiene dicho que si hay que ir a nuevas elecciones, se va. Y Punto. Y hoy, congreso de Esquerra. Veremos qué pasa. Si todo sucede con normalidad y se mantiene la tesis de mejor favorecer un Gobierno de izquierdas, las negociaciones, actualmente bloqueadas, se retomarán para intentar tener cuanto antes la investidura.

Ya no será el día 30, pero sí en la primera quincena de enero. Es tiempo de la política, del diálogo y firmar alternativas al PP que, en estos días, ha lanzado su artillería pesada contra Pedro Sánchez a través de las redes con expresiones que dan asco (la pena es que hay personas inteligentes que las suscriben), que recurren a la trasnochada amenaza de que llegan los comunistas (Casado), que los etarras nos acechan (Cayetana Álvarez), que habrá un consejero de Hacienda etarra (Díaz Ayuso), que España se rompe (Maroto, olvidando que pactó con Bildu para ser alcalde de Vitoria) y así una retahíla de improperios que nos llevan a la España más casposa y cutre. Y, por supuesto, con Pedro Sánchez hacedor de todos los males de España, tal y como dijeron de Zapatero. Súmese a ello la irrazonable actitud de Vox, dispuesto a la reconquista y meter el ejército en Cataluña.

Pero lo peor, desde mi punto de vista, es el miedo y canguelo que parece azotar al PSOE y a sus máximos dirigentes (sólo se salvan algunos pocos) que andan acobardados ante la metralla que le viene por la derecha. De eso sabemos un poco en Andalucía donde los socialistas andaluces, salvo en los últimos días, se muestran incapaces de parar el permanente show y teatrillo del PP que más que gobernar está interesado en hundir al PSOE y sus 37 años de gobierno, arrastrar a Susana Díaz a la indigencia (política) y echar toda la mierda posible sobre un partido que viene ganando elecciones tras elecciones, con el mayoritario apoyo del pueblo andaluz. Los socialistas deben pasar a la ofensiva, no callar. Deben hacer pedagogía y explicar que ellos fueron los que transformaron Andalucía y reivindicando una política que jamás la derecha podrá dar a este país. Y, de forma clara y rotunda, decir que son el único partido capaz de abrir vías de diálogo en Cataluña, favorecer el multilateralismo (que no la independencia) y que el pragmatismo es hacer la política posible y no las ensoñaciones que mantienen, dentro del propio PSOE, quienes huyen de un acuerdo con Esquerra tal cual huye un gato del agua hirviendo. La entelequia de un gobierno de la derecha (y ultraderecha) con los socialistas en aras a defender un soberanismo de cartón, tal cual sueña Arrimadas, es un insulto a la inteligencia y, sobre todo, desconocer que cerca de la mitad de los votantes catalanes lo han hecho a partidos que se inclinan por la independencia. Con frecuencia nos olvidamos que el PP es un partido residual en Cataluña, que Ciudadanos está en la UCI y Vox es el único partido que crece con políticas xenófobas y otras muy alejadas de la democracia.

Dicho lo cual, en los próximos días vamos a asistir al teatrillo del fugado Puigdemont, cobarde hasta las trancas (Perpiñan su próxima estancia), reivindicando una independencia imposible. Veremos a su acólito y monaguillo Quim Torra saltándose a la torera, una vez más, el estado de derecho, siendo el hazmerreír de su propia sombra ante la manifiesta incapacidad de gobernar y de pensar por libre. Y aquí queda por ver si Esquerra, y por tanto Oriol Junqueras van a ser compañeros de viaje de Puigdemont o seguirán su propia vía imponiendo el pragmatismo que está en la esencia de los acuerdos pactados con el PSOE, lo que significa no recordar que la independencia está en el ADN de Esquerra Republicana.

Y como es mi último artículo en el año que se va, que el que está por venir nos traiga algo de sosiego, de paz y convivencia; de diálogo y arrojar al averno tantas posiciones maximalistas, de un lado y de otro. Y toneladas de solidaridad para con quienes más

sufren.