La de veces que desde pequeños hemos abierto, bien abiertos, nuestros ojos. Para intentar descifrar el misterio del mago, el truco aparentemente imposible, a la caza de cualquier evidencia sobre el secreto mejor guardado de quien juega con nuestra ilusión. No teníamos estos móviles con cámara lenta, ni otras herramientas con las que compartir en cuestión de segundos cualquier material que ayudase, de forma colectiva, a descifrar enigmas.

Ahora hasta en los campos de fútbol tenemos este VAR con el que los árbitros tienen una «segunda oportunidad» cuando el futbolista, tirando de su particular chistera, es capaz de pasarse por el más «listo de la clase» y convertir en penalti su teatral piscinazo. Los actores del balompié ya no son lo que eran, desde luego.

Pero en el deporte de las audiencias planetarias todavía quedan muchos más misterios por descifrar, reservados de momento a alimentar la rumorología en las barras de bar. Llegan los sorteos en competiciones del calibre de la Liga de Campeones y año tras año se habla de las famosas «bolas calientes», de las determinadas complicaciones (en función del rival que aparezca en el sorteo) que unos u otros equipos obtienen en esas rondas definitivas justo a las puertas de unas semifinales o de la gran final.

Basta con hacer cualquier búsqueda cibernética para encontrar todo tipo de guiños a este tipo de rumores. Porque los sorteos son retransmitidos en directo y en más de una ocasión han propiciado la moviola o todo tipo de revisiones en las redes sociales. Es justo lo que pasó ayer en el sorteo de los sorteos para Loterías. Hubo VAR incluso antes de las nueve de la mañana y en la revisión, sin árbitros que explicasen lo sucedido, una extraña maniobra hizo ver nuevas «bolas calientes» con todo un Gordo en juego. No fue por lo tanto un sorteo cualquiera. Porque las redes ardieron al tiempo que se intentaba descifrar por qué uno de los trabajadores de Loterías y Apuestas del Estado, después de dejar caer las bolas dentro del bombo grande, metía su puño cerrado en el interior.

Hubo quien no tardó ni un minuto en recordar la de veces que durante años tocó el Gordo en Sort, en la administración bautizada como La Bruja de Oro. Y los comentarios sobre el amaño televisado del Sorteo Extraordinario de Navidad se multiplicaron como la pólvora. Era domingo y para muchos las dimensiones del escándalo daban incluso más juego, en las redes sociales, que la retransmisión de Eurovisión.

Hasta que se vio obligado a lanzar un comunicado el organismo nacional acusado desde siempre de ser el mayor de los ganadores del sorteo. Así aclararía luego que el movimiento extraño protagonizado con su mano derecha por uno de los trabajadores, con las 100.000 bolas con los números en plena bajada hacia el bombo grande, parte de que una de las «circunstancias previstas en el proceso de introducción de las bolas es que alguna pueda rebotar hacia el exterior». ¿Les convence la respuesta? ¿Es normal que en pleno siglo XXI haya que reintegrar a mano las bolas que se caen...?