Las cifras que refieren los casos de pedofilia y pederastia acaecidos en España durante los últimos años resultan más que alarmantes. Todos hemos sido testigos a través de los medios de la condena a una madre por prostituir a su hija en Cádiz, a un abuelo por abusar de su nieta en Sevilla, a un padre por agredir sexualmente a su hija con retraso mental en Lugones, así como al educador de un centro de acogida en Valencia, al entrenador de un equipo de fútbol en Málaga, a un docente en Gerona o a un sacerdote en Barcelona por idénticos supuestos, mutatis mutandis. Si algo podemos sacar en conclusión respecto a esta abominable casuística es que el abuso de menores puede acontecer potencialmente en cualquiera de los ámbitos sociales en los que se tiene a cargo a niños, los seres, dicho sea de paso, más indefensos del planeta. Hace tan sólo unos días que, desde Izquierda Unida Madrid Centro, vía Twitter, a golpe de meme, se publicitaba una suerte de montaje fotográfico en el que se aludía al tema de la pedofilia y la pederastia utilizando las imágenes de un menor vestido de monaguillo, de un templo religioso y de un sacerdote a quien, a costa de la nueva tonada reivindicativa feminista de «El violador eres tú», se le señalaba como ejecutor de tales aberraciones. Aun ignorando deliberadamente el hecho de que hacer política y crítica social a base de meme ya me conduce a cierta reflexión sobre la clase política dirigente, lo que no quisiera dejar pasar es que, si el juicio memístico y público por parte de un partido político contra la pederastia y la pedofilia se limita con esta imagen a los sucesos acontecidos en los ambientes relacionados con la Iglesia, bien pudiera dar la sensación de que su denuncia no va dirigida a salvaguardar la defensa del menor sino a instrumentalizar la misma para vilipendiar la institución a la que refiere como culpable: la Iglesia. El presunto «violador», marcado con el dedo acusatorio del meme, no era un padre, ni una madre, ni un abuelo, ni un entrenador, ni un educador. Era, como no podría ser de otra manera si tenemos en cuenta la parcial autoría de tal obra de arte, un sacerdote. Pero todavía podemos, si me lo permiten, seguir metiendo a los perros en danzas. La foto del cura, elegida desde el más libre azar, seguramente a teclazo de google, que viva el rigor, ¡viva!, resulta que no identifica a un personaje digital del universo imaginario sino a un sacerdote real, «de carne y hueso», cuyo nombre es Edwin Román, de la parroquia de San Miguel de Masaya. Este violador de Nicaragua no ha llevado a cabo más pederastia que la de ejercer oposición manifiesta contra el sumatorio de asesinatos, arrestos arbitrarios, secuestros y desapariciones llevadas a cabo por parte de paramilitares sandinistas, llegando a acoger en su parroquia a once madres en huelga de hambre por la liberación de sus familiares, todos ellos opositores políticos al régimen. «Una bala te está esperando», se le ha llegado advertir a este sacerdote en un mensaje intimidatorio. Y mientras tanto, respecto a esta situación, Izquierda Unida Madrid Centro, aporta lo suyo: memes. «Nos informan de que el cura del meme no ha sido condenado. Pedimos disculpas», dicen. Y punto. Como si aquí no hubiera pasado nada. ¡Viva el vino! ¡Y venga más! "¿No valoráis llevar a los tribunales a los curas pederastas?", proclaman desde la más pura limitación de discurso y demagogia anticlerical. Por supuesto que hay que llevar ante los tribunales a los curas pederastas, pero también a los maestros, entrenadores, educadores, familiares, vecinos, amigos y a todo aquel que atente contra un menor, más aún si se debe a él por medio de una relación de salvaguarda. Y, por supuesto, pertenezca el pedófilo al ámbito de la Iglesia o al entorno de Izquierda Unida. Un entorno político, nadie se salva, desde el que también los medios han cursado noticias y detenciones relacionadas con la pornografía infantil y el abuso a menores. Y es que la parcialidad manifiesta, siempre resta contundencia a la denuncia. Y ello va, por supuesto, en perjuicio de las víctimas y en detrimento de las siglas políticas.