Hoy se cumplen cien años de la muerte de Galdós. Y, como un episodio nacional inenarrable, vienen los Reyes Magos con una inyección 'investidural'. Para que no nos duelan los pactos. Resulta fácil echarle la culpa de todo a los políticos; pero el argumento, tras cuatro décadas de democracia, está gastado. ¿Qué estamos votando casi sin parar, para que estemos hablando hoy del Congreso en vez de la noche de Reyes? Así no hay quien haga una página para recordar.

Sánchez. Ya ni sirve la vieja frase de Kierkegard, basada en otra de Aristóteles: «Si no eres rey de tus silencios serás esclavo de tus palabras». Sánchez dijo que con Iglesias en el gobierno «no dormiría tranquilo por las noches» y ahí está el morado, abrazo tras abrazo hasta la vicepresidencia final. Y eso aunque sean tres las vicepresidencias. Hasta la palabra Constitución ha quedado maquillada tras la expresión 'ordenamiento jurídico' que tanto agrada a los indepes. Algo parecido a lo del 'Movimiento vasco de liberación' que decía Aznar cuando no tocaba nombrar a ETA cuando se mantenían negociaciones con el entorno abertzale. Y aunque es verdad que el acuerdo con Esquerra Republicana, ése que ha hecho que se asimile mejor el acuerdo con Podemos por quienes se aterraban -como el propio Sánchez- de un posible cogobierno con Iglesias, no es verdad que rompa España, ya que la ambigüedad campa por sus fueros en su articulado para dejar fuera los fuegos que contiene, también sigue siendo verdad que lo único de España que apoyan Oriol y CIA es su disolución.

Casado. Mientras, Casado insiste en parecerse a Abascal, sin necesidad, ante este panorama inédito en la democracia española. Si Casado se hubiese jugado a doble o nada su, aún por demostrar, liderazgo social en la investidura; si hubiera lanzado el órdago sí o sí de evitar la hipoteca de las españas del independentismo mandando parar las previsibles negociaciones, arriesgando desde el principio al anunciar que se abstendría en la votación para permitir una investidura de Sánchez sin ayuda secesionista, habría obligado a éste a demostrar su mejor talante -de entre algunos de los talantes que ha ido luciendo- a la hora de gobernar con semejante aval patriótico por parte de la oposición. Arrimadas, por su parte, poco ha hecho al respecto, aunque se haya quedado con su partido mermado de hecho y derecho al perder Rivera 47 escaños de tirón en las últimas y agotadoras elecciones y atesore ahora tan sólo 10 votos insignificantes. Vox sigue haciéndolo bien para sus intereses de partido engordado por las circunstancias, aquilatando su presunta etiqueta no sólo ante sus votantes naturales sino, sobre todo, ante votantes cada vez más desideologizados que se sienten abandonados, rabiosos o resabiados y hartos de lo falsamente correcto; la etiqueta de tener soluciones fáciles a problemas difíciles y de ser los valientes que hablan claro y sin mochilas de corrupción ya que aún no han gobernado -algo curiosamente parecido a su extremo opuesto cuando Podemos, aún con los vientos del 15 M de cola, nacía como herramienta regeneradora de la política instalada en la componenda bipartidista y rutinaria. Las acciones de Sánchez y las omisiones de Casado les refuerzan.

Camellos. Para colmo, los camellos no pueden con tantos regalos a tantos partidos que pueblan los asientos del Congreso. Y si le han prometido la playa de Málaga a 'Teruel existe' no podrán con ella. Las gallinas que entran por las que salen, José Mota dixit. Tanto acuerdo de investidura para conseguir gobernar entre partidos que van a lo suyo merman lo nuestro, lo de todos, que debiera sentirse como lo de cada uno. Ya no es sólo el PNV el aprovechategui. Pero somos un circuito cerrado. Lo que se pone allí se quita de aquí. Y la próxima legislatura, cuando Castilla se parta, pedirá su parte LGL (La garra de León), o un partido parecido aunque aún no exista, y nos dará el arañazo presupuestario. Y ahí está el tierno portavoz de Bildu pidiéndole a los Reyes (a los Magos, Otegi no cree en los otros) una mesa de negociación bilateral entre gobiernos como la de Esquerra. Curioso resulta que Junqueras hable de mesa entre gobiernos cuando Esquerra no gobierna en la Generalitat. Ni Bildu en el País Vasco. Ojú...

Revilla. No resulta fácil comprender cómo la palabra región ha quedado tan anticuada e impregnada de caspa. Ni como lo ha alimentado la izquierda, señalando la palabra 'patriotismo' como patrimonio diferenciador de los 'fachas'. Con lo facha y antiguo que es, en el fondo, el decimonónico nacionalismo. Lo regional como diferencia que suma dentro de un todo estatal ha quedado derrotado por lo nacionalista como moderna resta al todo de la parte que se cree mejor que el resto. Me ha sorprendido el anunciado No del Partido Regionalista de Cantabria a Sánchez, pese al estomagante personalismo del bueno de Revilla. Ese No también nos lo han traído los Reyes... Porque hoy es sábado.