El trayecto desde Moncloa hasta la base de Torrejón de Ardoz por la A-2 no duraría más de media hora. Acompañaba al presidente en funciones, Pedro Pérez, el astronauta y ministro de Ciencia Pedro Marqués. Hacía menos de tres horas que el Rey, visiblemente cansado, había vuelto a firmar el decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones. La caravana de automóviles, que discurría a una velocidad de vértigo, incluía un vehículo con cuatro miembros de los GEO que recientemente habían regresado de Bolivia de una operación de cortesía y que ahora acompañarían en la nave, de la clase Orion, a Pérez y al ministro. Los norteamericanos habían tenido que realizar algunos cambios para la habitabilidad de los seis pasajeros que, en menos de tres días terrestres, estarían en la superficie lunar.

El presidente había vuelto a engañar a sus socios de gobierno, en este caso a Pablo Checa, al que mareó repetidamente con una promesa incumplida tras otra, tanto es así que su esposa, Irene Muntadas, terminó de convencerlo para que dimitieran todos los de su grupo del Consejo de Ministros provocando así una crisis de gobierno. Los de ERC también habían sido objeto de embustes sucesivos, lo que no solo les alteraba a ellos sino que provocaba que el PDeCAT les robara espacio electoral ante el descrédito de Oriol Panda y su grupo. El PP ya conocía de antaño la conducta compulsiva de Pérez y, por eso, no estaba sorprendido, aunque no ganaba ventaja política alguna dada su mansedumbre; el CDS se recomponía con dolor de su errático rumbo y en cuanto al partido de Santiago Peñascal, menos acomplejado, subía varios enteros.

Hacía diez días que Pérez había tenido noticias de unas señales de radio emitidas por lo que parecía un paralelepípedo metálico enterrado en la superficie del satélite terrestre, según habían informado los USA. Incluso se tenía una imagen, es cierto que no muy precisa, de aquel extraño objeto que tantas cábalas despertó.

El primero que se ofreció a acompañar al presidente fue el ministro del Interior Fernando Gran Mariscal, pero el propio presidente le convenció de que era más útil aquí en la Tierra para mantener el orden en su ausencia bajo la presidencia en funciones de Carmen Alopex.

Los planes del presidente consistían en contactar con lo que suponía que era vida inteligente llegada al suelo lunar y proponerles que formalizaran una candidatura para las próximas elecciones, que se celebrarían en menos de 40 días. Pérez estaba seguro de conseguir su propósito, hasta ahora siempre le había sonreído la fortuna. En la última ocasión, fue elegido presidente con dos síes más que los noes.

La nave despegó con estrépito pero con normalidad y poco después Marqués se quedó dormido, los miembros de los GEO hablaban de su experiencia bolivariana y el presidente en funciones pensaba cuál sería su mensaje a los alienígenas. El superordenador TAL 11000 le había sugerido que les hablara de un gobierno de progreso y una mesa de diálogo y él dibujó una sonrisa de satisfacción en su rostro. Les prometería, además, que en el programa de gobierno se incluirían políticas de inteligencia artificial… y todo esto pensaba presentarlo con unos magníficos efectos especiales que Iván Cuadrado le había dispuesto.

En la cápsula espacial sonaba la sinfónica Civil War, de Henry Jackman, muy en consonancia con la misión.

El alunizaje fue un poco brusco, aunque sin contratiempos aparentes. La gravedad lunar era muy distinta de la que conocía allá abajo, pero tenía ganas de poner un pie en ese polvo blanco que divisaba más abajo. En ese preciso momento, la conexión con el centro de control le devolvió a la realidad: el monolito de origen extraterrestre había levantado el vuelo en cuanto él llegó y, lo que era peor, los motores habían sufrido daños irreversibles y no respondían a las señales enviadas desde Robledo de Chavela y… en ese momento se perdió la conexión con la Tierra. Jorge Luis Borges dedicó ‘A un poeta menor de la antología’ estos versos:

¿Dónde está la memoria de los díasque fueron tuyos en la tierra, y tejieron dicha y dolor y fueron para ti el universo?,el río numerable de los añoslos ha perdido; eres una palabra en un índice. Dieron a otros gloria interminable los dioses,inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores; de ti sólo sabemos, oscuro amigo,que oíste al ruiseñor, una tarde.