Hace ya tiempo que, sobre la Casa de misericordia -el centro cívico para muchos y La Térmica para otr@s-, sobrevuela un halo de sospecha pues, todo apunta a que, antes o después, aquello acabe en la mitad de la mitad de lo que es. Si se analiza bien, el espacio que aquello ocupa y el dineral que podría valer, son motivos más que suficientes para que más de uno y de dos lo ubiquen dentro del saco de las cosas poco necesarias.

Justamente es ahí, en La Térmica, donde se desarrollan unos riquísimos hitos culturales de relevancia nacional que, en rara ocasión, pueda interesar a un público conservador o que supere cierta edad. Esa circunstancia, creo, hace que una gran parte de la ciudadanía no huela aquello ni por equivocación y siga siendo igual de desconocido que lo era antes. Por suerte, el edificio se conserva en buen estado y disfruta de una estética singular y una impronta característica en su interior, destacando especialmente la solería del mismo. Se trata del mejor edificio de Málaga en el que apreciar y disfrutar de la solería hidráulica que, probablemente, saliera de las propias fábricas que en la ciudad producían este tipo de suelo tan singular. Y es que, a día de hoy, son muchos los que se dan guantás por tener una casa con ese tipo de suelo, bastante cotizado por cierto, y más aún si tiene historia como es el caso. Y ahí, ay caramba, saltaban las alarmas hace unos días cuando se informaba -o alguien se enteraba y lo contaba y ya posteriormente se informba- de una situación curiosa y era que, aproximadamente 500 metros cuadrados de ese suelo, iba a ser sustituido por mármol.

El motivo, así se argumenta desde la Diputación, es que las necesidades técnicas de lo que allí se desarrolla, exigen un suelo con unas características especificas para ello: antideslizante, sin desniveles, etc. Cosa normal y lógica pues, cuando un ente público desarrolla este tipo de asuntos, debe cumplir como el que más con las normativas y dar ejemplo. Así que, para drama y lamento de muchos, se disponen a eliminar o trasladar o «restaurar» el clásico e histórico suelo hidráulico de la Térmica en medio kilómetro cuadrado, para poner mármol.

¿Y ante eso qué? Pues sinceramente se le queda a uno cierta sensación de estupor, cara de tonto y quizá hasta un desconcierto que difícilmente se pueda comprender. Y es que, a tenor de lo explicado, alguna cabeza pensante ha decidido que, para hacer cosas de cocina en un edificio de esas características y con un suelo singular y valioso, la mejor opción es cambiar el suelo. Sí. No se les ha pasado por la cabeza que quizá no es el lugar idóneo para hacer tal actividad si ello supone cargarse el suelo. No. Lo mejor es quitarlo y ya si eso después se le busca algún uso o se guarda en cajas.

¿Estamos locos? Se ve que sí. Pues no tiene sentido alguno que se dispongan medidas de ese tipo. Y ojo, que el asunto tiene el visto bueno, los permisos y toda la pesca de las administraciones pertinentes que es, a efectos prácticos, lo que enseñan los responsables de aquello para defender y justificar su acción. Pero resulta que, todo no tiene que ser ultra BIC para defenderlo y protegerlo. Y eso, en Málaga, aún no se ha comprendido bien del todo.

Tenemos que proteger nuestro patrimonio. Y éste va más allá de lo que esté legalmente protegido, catalogado y a resguardo pues, de lo contrario, acabaremos sin nada salvo cuatro cosas impersonales y devoradas por los turistas. ¿Dónde está el encanto de las ciudades? ¿únicamente en sus monumentos? De ninguna manera. Éste reside en aspectos menores que hacen de las ciudades, sus espacios y edificios, lugares atractivos y con personalidad propia. Pero aquí la personalidad nos la pasamos por el mármol.

Y es que no ha habido nadie que plantee que quizá no era el lugar idóneo para las cocinas. Quizá, al tener que quitar aquello, el espacio pierda parte de su valor -que lo pierde- y por lo tanto hay que buscar otras vías. Vías que no caben en su cabeza pero sin embargo aceptan estos modos surrealistas. Y es que habría ejemplos infinitos para comparar situaciones en las que sería inviable que se tocara ni una losa en el caso de no poder realizarse una actividad.

Que sea legal no quiere decir que sea bueno ni que concurra como la mejor opción. Y en este caso no lo es ni de lejos. Es cambiar historia por nada. Estilo por nada. Sentido común por nada. Imagina a un niño diciéndole a su mamá que hay que cambiar el suelo de su dormitorio porque no puede plantar macetas. La madre normal le diría que las plantas se entierran en otro sitio. La mamá dipu le ha abierto al niño una zanja en el cuarto, ha quitado la solería y ha echado estiércol. Ojo, con permiso de obra y su cuba con licencia. Para que sea legal.

Hay un chiste que cuenta cómo un cateto con mucho dinero, al llegar al hospital debido a la torcedura de tobillo de su hijo, es informado de que, debido a una fractura, deben ponerle una escayola, a lo que el cateto responde: ¿Escayola a mi niño? De eso nada. A mi niño mármol del güeno.

Pues eso…

Viva Málaga.