Inhumanidad de Iglesias

España, que no hace tanto se distinguía por colaborar con otros países -buscando la paz en conflictos como Irak o Palestina, hoy actúa en sentido contrario. Máxime cuando sus políticos han sido personalmente «favorecidos» por ciertos Gobiernos, como es el caso de Pablo Manuel Iglesias con el de Venezuela.

No le importa al reciente vicepresidente que ese país esté sumido desde hace años en la mayor catástrofe de corrupción política y económica, inseguridad personal y desnutrición, lo que ha llevado a emigrar a la desesperada a un quinto de la población, desastre sin precedentes en América. Iglesias no ha dudado en conspirar para que, al revés que lo hecho por otros países europeos, Guaidó, su presidente que hemos reconocido como legítimo -y única esperanza hoy de una solución pacífica en Venezuela- no sea recibido por el nuestro. ¿Cabe más refinado inhumanidad contra tantas decenas de millones de personas, tan martirizadas y tan ligadas a nosotros por tantos lazos?

Diego Mas MasMálaga