El jueves Twitter nos hizo saber el fallecimiento de Robert Archibald, jugador de Unicaja tres temporadas. Una noticia así es siempre triste. En este caso más, cuando sabes que Robert tenía solo 39 años. No tengo ni idea las circunstancias de su muerte pero, sinceramente, eso me da igual. Es lo de menos.

Archibald llegó a España para jugar en Valencia. Después de un año en Italia, recaló en Badalona, donde coincidió con Aíto García Reneses que, supongo yo, es quien lo propone para que fiche en Málaga para jugar a sus órdenes.

Lo primero que te sorprende de él es que un escocés juegue a baloncesto. No conozco yo a ninguno más, pero alguno habrá... En Escocia el baloncesto no debe ser muy popular. Pero claro, midiendo 2,12 metros tenía su lógica eso de dedicarte al baloncesto.

Él no era de esos jugadores vistosos o llamativos. Si eres entrenador y tienes que construir tu equipo, no te planteas que Archibald sea tu pívot referente. Supongo que tampoco sacas una entrada para un partido por ir a verle jugar. Yo no tuve la suerte de conocerle personalmente. Dicen que lo serio que era jugando no lo era fuera de la cancha. Lo que sí tuve es el privilegio de verle entrenar. Cuando lo ves entrenar es cuando te das cuenta de que es verdad, no construirías el equipo en torno a el, pero querrías tenerle siempre en tu equipo.

Él era el mejor ejemplo de lo que es un «soldado» del baloncesto. Es de esos jugadores de los que nadie escribe, que no llaman la atención, que no destacan, pero que son fundamentales para los entrenadores. Y también para sus compañeros, puesto que el trabajo diario de estos «soldados» les hace mejores jugadores. Archibald no cuantificaba su felicidad por los minutos que jugaba o por los puntos que metía. A él le llenaban otras cosas.

Él era un jugador de un talento descomunal, porque también es talento el compromiso, la implicación, defender como un animal, estar siempre ahí dispuesto a ayudar cuando tu compañero está en desventaja o bloquear perfecto para dejar solo a quien va a recibir para meter una canasta. ¿Cuántas canastas habrán metido los tiradores que han compartido vestuario con Archibald gracias a sus bloqueos...?

Él hacía mejores a sus compañeros. Él entrenaba cada día que yo pude verle sin guardar un gramo de energía para el día siguiente y daba todo lo que tenía por el equipo sin esperar nada a cambio, sin necesitar que le dieran el balón para hacer puntos. Esto para mí es también talento.

Jugadores como Robert Archibald se ganan el respeto de sus compañeros sudando la camiseta cada día y son un magnífico ejemplo para los canteranos que empiezan a participar en los entrenos del primer equipo. De jugadores como el escocés se aprendían valores muy importantes sin pertenecer a un equipo.

Fijaos en la importancia de lo que os hablo que, sin ser un jugador muy brillante en el poste bajo, sin tener mano para tirar demasiado lejos del aro, siendo un jugador de equipo no solo hizo una carrera interesante en Europa, también la hizo en la NBA. Allí jugó en varias franquicias antes de recalar en Valencia. Y es que, insisto, ¡¡qué importantes son los jugadores de equipo!!

Estoy convencido de que Marcus Haislip o Joel Freeland tienen mucho que agradecer al gran Robert Archibald por las magníficas temporadas que hicieron en Málaga y que les llevó a ambos a salir de nuestro equipo para recalar en la NBA.

Estos días no solo están de luto Unicaja y aquellos equipos donde jugó Archibald y en los que seguro también consiguió ser querido por cómo era dentro y fuera de la cancha. Hoy estamos de luto todos aquellos que valoramos a los jugadores como Robert porque tenemos claro que el equipo está por encima de cualquier jugador, los que sabemos de la importancia de una defensa de pick and roll, un rebote defensivo o un buen bloqueo para que el tirador se quede solo y pueda anotar de tres puntos.

Descanse en paz Robert Archibald.