En 'El factor humano', una de sus mejores novelas, Graham Greene explora el peso de los sentimientos personales en decisiones profesionales o políticas, y el poderío de ese factor para resquebrajar cualquier blindaje. Aunque de momento sea imposible saber qué ha empujado al exconsejero de Seguridad Nacional de Trump, el halcón John Bolton, a confirmar el rastrero chantaje en Ucrania de su antiguo jefe, el factor humano es siempre una posibilidad. Sea o no éste el caso, la potencia del sentimiento personal (una de las pocas cosas realmente intransferibles), su capacidad para pasar por encima de compromisos, lealtades y valores, es un factor clave para que el círculo opresivo de cualquier poder no se cierre del todo, y esto lo saca del plano de la felonía y la vileza -el de toda traición o deslealtad- para elevarlo, en una paradójica pirueta moral, al de los grandes bienes sociales.