Susana Díaz ha dicho en el Parlamento andaluz que fue un error apoyar la investidura de Rajoy. Que se equivocó. Caramba, cáspita ¡por Tutatis! Alguien reconociendo un error. Si es que lo fue. Una dirigente política haciendo autocrítica. Paren las rotativas. No dudamos de la sinceridad de Díaz. Sí de sus intenciones. Es el primer acto de contrición, la primera humillación pública para ponerse a bien con Sánchez. Un peaje al ahora poderoso secretario general al que ella intentó por mar, aire y tierra derribar. Sánchez tiene en su mano ordenar jaleo en el PSOE andaluz para descabalgarla o atemperar el clima de enfrentamiento y las ganas de venganza de los sanchistas andaluces contra ella. El presidente del Gobierno ha decidido que no se adelanten los congresos, federal y regionales, que no tocan este curso, con lo cual Díaz tiene un margen de año y pico. Esto para unos significa un balón de oxígeno, un tiempo para que se consolide. Dejarla en paz. Obviamente, para otros no es más que dar tiempo para que se arme una candidatura sólida contra ella. La de Juan Espadas, la de María Gámez, la de María Jesús Montero, la de un tapado o tapada o la de alguien que aún ignora que va a serlo. Con todo, el ánimo del PSOE y de la propia Díaz (hoy por hoy la mejor candidata para ganar unas elecciones para el PSOE en Andalucía) es que habrá primarias. Y que esa idea se haya asentado ya es mucho para quien se consideraba indiscutible e indiscutida. Un año y pico es mucho, más en política. Y más en este tiempo cambiante. Puede pasar de todo. Con el Gobierno regional y con el nacional. Todo voluble. Lo más interesante es ver como susanistas de toda la vida, por Susana, yo mato, ahora se matan por no quedarse fuera de la nueva onda y tal, del que reparte, no mira, yo es que siempre he confiado en Sánchez y tal. Y hay una interesante batalla por el relato en el que ambos bandos, sus publicistas, tienen un gran trabajo: o se impone que Susana Díaz es la que más apoyo y aprecio tiene, y que ganó las elecciones y tiene derecho a volver a intentarlo, o se fija la idea de que ella es heredera política del tiempo de los ERE y además no supo mantener el Gobierno. La peña no está para matices. No descarten que Sánchez ya haya elegido la forma de ejecución de Susana: darle un cargazo en Madrid, que sea candidata procurando que se estrelle, que la crujan en las primarias. Vaya usted a saber. Malvados los que piensan que se han perdonado.