«La prostitución de menores tuteladas en Mallorca era un secreto a voces desde hace años», hemos leído estos días. La historia no es nueva en absoluta. En Inglaterra ha habido en los últimos años varios casos muy parecidos, aunque allí los casos han terminado con condenas para los culpables y con una larga cadena de renuncias y dimisiones. Pero al principio -igual que en Mallorca- todo el mundo prefirió mirar hacia otro lado, aunque los rumores eran tan ensordecedores que la policía tuvo que investigar los hechos, aunque luego no se atrevió a continuar con las investigaciones.

Los casos más graves de prostitución de menores ocurrieron en Rochdale, en Telford y en Rotherham, siempre en ciudades pequeñas y en áreas deprimidas arrasadas por la droga y la exclusión social. En todos los casos se trataba de niñas muy jóvenes (hubo un caso protagonizado por una niña de diez años) y todas vivían en hogares de acogida o pertenecían a familias problemáticas. En todos los casos intervino una red de jóvenes que reclutaba a estas niñas y adolescentes en la calle y que luego las 'vendía' a clientes más ricos que abusaban de ellas y les hacían toda clase de perrerías (la tortura, por lo visto, formaba parte de la diversión). En todos los casos hubo denuncias de trabajadores sociales que no fueron investigadas. En todos los casos hubo amenazas, agresiones, chantajes, incendios provocados e incluso muertes sospechosas que tampoco se investigaron. Y en todos los casos -y esto es lo más grave- los reclutadores y los clientes eran ciudadanos de origen paquistaní, cosa que asustaba a los investigadores y a la policía porque temían ser acusados de racistas y de actuar movidos por el odio.

Los hechos más graves tuvieron lugar en Rotherham, una pequeña ciudad del norte de Inglaterra. A finales de los años 90 empezaron a circular rumores de que unos taxistas paquistaníes recogían a chicas muy jóvenes que vivían en hogares de acogida. Las chicas desaparecían durante unas horas, o durante días enteros, y cuando volvían a sus hogares de acogida estaban drogadas, borrachas o poseían pequeñas cantidades de dinero que nadie sabía de dónde había salido. Cuando los trabajadores sociales empezaron a investigar los hechos, descubrieron que los taxistas trabajaban para una red que prostituía a estas niñas 'vendiéndoselas' a clientes que pagaban por ellas a cambio de someterlas a toda clase de abusos (los atestados policiales parecen sacados de una novela del marqués de Sade). Los trabajadores sociales denunciaron los hechos, pero la policía dio carpetazo al asunto porque «no veía indicios» o porque «las pruebas no eran claras». Cuando por fin se investigaron los hechos a fondo, en 2014, se descubrió que entre 1997 y 2013 unas 1.400 niñas habían sido sometidas a toda clase de abusos sexuales por parte de miembros de la comunidad paquistaní. El caso de Rotherham concluyó con 21 condenados a penas que iban desde los cinco hasta los 35 años de cárcel y con la dimisión del presidente del Consejo Municipal y cuatro concejales (todos laboristas, por cierto). Poco después tuvo que dimitir el concejal responsable de los Servicios Sociales, que se negaba a abandonar su cargo, y el comisionado jefe de policía de South Yorkshire, que también se negaba a dimitir.

Lo terrible del asunto es que en Inglaterra hay bastantes más casos como los de Rotherham y en casi todos ellos se repite el mismo patrón: niñas y adolescentes que vivían en hogares de acogida, una red de supuestos amigos que las captaban y las 'vendían' a clientes más ricos, y sobre todo, un aparatoso silencio oficial por miedo a remover un asunto muy problemático y que no interesaba a nadie en vista de las implicaciones raciales y políticas. Por lo que sabemos, el caso mallorquín de prostitución infantil tiene bastantes puntos de coincidencia, salvo por el origen de los abusadores, y resulta chocante que nadie quiera reconocer los hechos o finja no haber podido hacer nada, sobre todo porque esas menores estaban tuteladas y se supone que alguien debía velar por ellas. Si estos casos hubieran ocurrido bajo un gobierno de la derecha habría ahora miles de 'camisetas moradas' recorriendo las calles y pidiendo condenas ejemplares contra los «violadores y sus cómplices del heteropatriarcado». Pero como el caso ha estallado mientras gobierna la izquierda, igual que en Rotherham -que era un feudo laborista hasta que en estos últimos años la población, Dios sabrá por qué, empezó a votar mayoritariamente a la derecha pro-Brexiter-, las autoridades prefieren silbar una canción, meterse las manos en los bolsillos y hacer como que ellos, pobrecitos ilusos que no sabían nada de nada, pasaban por allí.