Hay que comer muchos langostinos para llevar los garbanzos a casa. La frase tiene muchos padres pero yo fue al mío al que se la oí por primera vez. Refiriéndose al oficio periodístico, aunque creo que él dijo gambas. Otros sustituyen los garbanzos de la frase por habichuelas. El caso es que el otro día fui a uno de esos almuerzos con marisco, o al menos con crustáceos, a los que te invita un prócer para contarte su versión de las cosas. No me planteo si me está comprando hasta la cuarta gamba a lo menos. En la primera estoy en la inopia. En la segunda pienso que me las merezco. La tercera la cojo porque ya hay dos comensales que llevan cuatro, por mucho que uno de ellos, ah, viejo truco, eche las cabezas a la fuente del centro para que no se sepa cuantas se ha comido. Si el restaurante es malo me ofendo, a ver si este se ha pensado que soy un don nadie o que me alimento de comistrajos. Si es demasiado bueno me siento algo intimidado e invadido en mi ética, pero la ética se diluye con el buen vino, que hace chispear la conversación y la torna más franca y amistosa. Si me quedo con hambre me como los remordimientos por haber sido invitado por alguien que no hace las cosas gratis y si los remordimientos son muchos le meto al día siguiente un aguijonazo en la columna, pagando así la factura.

Es broma. Yo siempre digo de pagar a escote. Salvo si llevo jersey de cuello alto o el prócer tiene tanto dinero que sería absurdo que yo gastara el mío, pudiéndolo emplear mejor en comprar batidos para mi crío o, en efecto, garbanzos. El almuerzo del otro día fue bien, no nos insultamos hasta el segundo plato pero ya en ese trance sagrado del principio, que podríamos denominar «un platito de jamón al centro» tuvimos nuestra primera escaramuza, dado que el hombretón importante quería que recogiese unas declaraciones suyas que, francamente, me parecían fuera de lugar, inoportunas. Poco noticiosas. El caso es que tras los postres, ya que te invitan hay que tomar postre, pedimos un licor con off the record, que está más bueno. Cuando te dicen que es off the record no falla: desean que lo publiques. Anime al importante del ágape a tomarse otro licor, para que se le olvidara todo lo que había dicho y yo pudiera publicarlo diciéndole luego que me había enterado por otra persona. Y así lo hice. No me ha llamado. El maitre sugirió otro café. Era muy atento, por cierto.