Ante todo quiero manifestar que no deseo polemizar con el presente artículo, sino expresar mi opinión sobre la anterior pregunta. Todos conocemos al Jesús histórico que nació en Belén, pasó haciendo el bien y murió crucificado reinando el emperador Tiberio, bajo la prefectura de Poncio Pilatos. Pero,¿es el mismo ser a quien llamamos Cristo? La palabra Cristo procede del griego Khristós,que significa 'el Ungido'. Sabemos por el Nuevo Testamento que Jesús resucitó al tercer día, hecho que no puede comprobarse históricamente, pero sí con los ojos de la fe y las apariciones a sus discípulos, como María Magdalena, Pedro o los discípulos de Emaús. Pues bien, a este Jesús resucitado, pospascual, llamamos Cristo, el Hijo de Dios, con un cuerpo pneumático o glorioso tras su resurrección. Tras leer bastantes libros de Teología, alguno de Historia de la Iglesia e historiadores, saco la conclusión (no sé si equivocada) de que hay actualmente una tendencia a hacer más hincapié en el hombre Jesús de Nazaret que en el Cristo pos-pascual. Parece como si la Cristología pasara a un segundo plano, a favor del Jesús humano que proclama su reino, básicamente a los pobres, marginados y pecadores. Se insiste mucho en la misericordia de Dios, lo cual es perfecto, pero no olvidemos que Jesús también tiene duras palabras para quienes no cumplen su voluntad, sobre todo en el amor y entrega a los demás. Recuérdese la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, o cuando, al referirse al juicio final, dice: «Apartaos de mí porque tuve hambre y no me disteis de comer...» Y también alude a la condenación al afirmar «allí será el llanto y crujir de dientes». Pero esto no significa que Dios condene a nadie, sino que es el hombre el que voluntariamente rechaza a Dios y su salvación. Al indagar en la Biblia he encontrado alrededor de veinte citas alusivas al infierno y el purgatorio, palabras que parecen tabú para teólogos progresistas. Yo soy el primero en estar de acuerdo con una teología aperturista y en una reforma de la Iglesia, pero, ¿no nos estaremos pasando de frenada, poniendo en duda la dogmática? ¿No querremos fabricar un dios y una moral a nuestra medida? Que cada cual reflexione según su conciencia, no olvidemos que estamos en un momento crítico en la Iglesia y, por supuesto, en la sociedad.