Cuando hace años la Plaza Costa del Sol estaba dominada por el tránsito y el ruido de los vehículos a motor; cuando el paseante apenas dominaba un pequeño hilo de espacio; cuando el gris imperaba desafiante en el entorno; algunos soñábamos con que el invierno urbano llegaría a su fin y una nueva primavera surgiría con fuerza, floreciendo en un espacio para la vida, para el encuentro, para la expresión del cuerpo y del alma. Eleanor Roosevelt dijo en alguna ocasión: «El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños».

Y así, hace ya casi cinco años nos pusimos a trabajar en este ambicioso, ilusionante y transformador proyecto de regeneración urbana. Concebimos el proyecto como una vía para la recuperación económica de una zona que se había degradado, al mismo tiempo que se procuraba que el espacio se recuperara desde un punto de vista, no solamente económico, sin también desde el punto de vista social y ambiental.

La peatonalización de la plaza Costa del Sol, de cuya inauguración se cumple hoy un año, se empieza a construir como un espacio que actuará de unión entre el pasado y el futuro de Torremolinos. Una plaza completamente integrada en el centro histórico que se convertiría en el nexo de unión entre la mayor parte de monumentos, edificios y valores singulares, históricos o culturales, y que también albergue el flujo más intenso de la actividad económica, social y cultural.

Son los valores singulares que guarda Torremolinos y que resultan fundamentales para simbolizar al conjunto de la ciudad y fortalecer la identidad, el orgullo ciudadano y nuestra memoria colectiva, caracterizada por su naturaleza diversa y multicultural.

En su inicio, dividimos la ejecución de este gran proyecto en varias fases principales. La primera fue cerrar al tráfico la plaza comprobando el impacto de la decisión y su posterior evolución, mientras dinamizábamos y dotábamos a ese espacio de actividades diversas y continuas muestras culturales. Ya a comienzos de 2018 iniciamos las obras que comprendían la instalación de nuevas y completas redes de infraestructuras de saneamiento, alumbrado público, canalizaciones eléctricas, gas y telecomunicaciones que garantizarían la permanencia y la durabilidad del proyecto en el tiempo. Y a mediados de ese mismo año nos centramos en la superficie: pavimentación, alumbrado, ajardinamiento y riego, pérgola y mobiliario urbano. Ese es el momento crucial en el cual la plaza Costa del Sol deja de ser una carretera de tráfico rodado para pasar a ser un espacio peatonal, un nuevo y singular bulevar.

Un bulevar con tres relevantes referentes. El primero es que en el espacio central de la plaza emerge la Casa María Barrabino, una joya del patrimonio arquitectónico y cultural torremolinense; el segundo es la excepcional muestra permanente de las esculturas de nuestra admirada Elena Laverón; y la tercera es la obra de la pérgola, un ejemplo de integración, modernidad y diseño innovador pensado expresamente para el lugar.

Tal día como hoy, hace un año que se instaló una cápsula del tiempo para que, en un viaje hacia el futuro, muestre la gran transformación que nuestra ciudad experimenta, como uno de los mayores cambios de su historia. Así, para dejar constancia de esta nueva etapa, se llenó esa cápsula con testimonios y vivencias y se enterró bajo la nueva Plaza Costa del Sol, donde esperará un siglo hasta ser definitivamente recuperada.

Hace un siglo, precisamente, que mi abuelo Antonio, conocido familiarmente por 'El Gloria', paseaba por esta plaza. Seguro que no hubiera imaginado ni por un momento las oleadas de cambio y transformación que, con paso firme hacia el progreso, estaban por venir.

Nuestro admirado Salvador Moreno Peralta describe la plaza como 'El Centro de Centros', un espacio que representa la mayor carga simbólica, histórica y representativa de Torremolinos en su conjunto. Un espacio vivo que evoluciona, que se regenera y se reinventa cada día. Un entorno de poderosa carga creativa donde converge la huella Laveron, la ingeniería de la pérgola y el esplendor del pasado con la casa Barrabino. Un lugar en el que personas de distintos orígenes, sensibilidades y motivaciones perciben el alma y la esencia de la ciudad.

Ha transcurrido un año ya y hoy ese sueño lo podemos contemplar y palpar, lo sentimos hecho realidad. Por eso debo confesar que cada vez que recorro la plaza en un simple, pero delicioso paseo, una intensa emoción se manifiesta en cada paso, asomando sin ninguna timidez esa deseada primavera urbana que anhelábamos.

*José Ortiz es alcalde de Torremolinos