El Papa, deja claro que no permitirá la ordenación de sacerdotes casados, y cierra la puerta a la posibilidad de mujeres diaconisas. Huele a mundo seco. A noche anegada. Hay afán de lumbre insolidaria, y cruel.
No hay esperanza, y se anunció, allí donde mora la sinrazón. Adiós, Francisco. Uno más, entre tantos.
Francisco García Castro
Málaga