Teresa Rodríguez, líder de Andalucía Adelante, ha roto la baraja de la izquierda andaluza. Ha tardado, pero abandona Podemos, le da puerta a Pablo Iglesias y abre la puerta para crear un nuevo partido político de izquierdas en nuestra tierra. O sea, de nuevo fragmentación de la izquierda, con el gozo y regocijo de la derecha andaluza. Una izquierda dividida no será la suma que necesitan los socialistas para volver al poder. Aznar, refiriéndose a la derecha, decía que si esta no va a unida jamás alcanzará el poder. Nada nuevo bajo el sol. Es sabido que los electores huyen de los partidos fraccionados. Si no eres capaz de arreglar tu casa, ¿cómo lo vas a conseguir una vez en el Gobierno?

Hay que agradecerle a Teresa Rodríguez que lo haya hecho ahora y no meses antes de la convocatoria electoral. Al menos da tiempo a recomponer, al menos en parte, a la izquierda que se asienta a la izquierda del PSOE. Pero el daño será casi irreparable con una derecha muy crecida en Andalucía teniendo en cuenta el sumando de Vox que aumenta, según todos los sondeos, su fuerza y presencia en la sociedad. Es cierto que Ciudadanos, en clara descomposición, no suma, sino que resta, pero estamos a un paso de que este partido se entregue con armas y bagajes al PP de Casado. Yo veo a Juan Marín, el líder de Cs en Andalucía, sumando con Moreno Bonilla.

La izquierda, sin embargo, capaz de hacerse el haraquiri una y mil veces, sujeta como está a unos cánones no escritos de facilitar la gobernanza a la derecha por su manía de romperse y hacer añicos la vasija de las ideas, lo tiene mucho más difícil. Pero es que además intervienen otros factores al margen de las ideas. Teresa Rodríguez y sus seguidores (en estos momentos tiene 11 parlamentarios andaluces, la mayoría abrevados en las ubres de Podemos) tienen dicho que jamás gobernarían con el PSOE y mucho menos facilitar en Andalucía la gobernanza de los socialistas. Teresa Rodríguez y Susana Díaz son como el agua y el aceite. No sé si llegan a odiarse, pero lo parece. De consolidarse el nuevo partido que pretende Teresa Rodríguez y fuera Susana Díaz la futura candidata del PSOE y pudieran sumar con el resto que queda de Unidas Podemos en Andalucía (6 parlamentarios ahora) tengo la completa seguridad de que Teresa Rodríguez preferirá que gobierne la derecha. Así de claro.

Pero lo que no entiendo y si Teresa Rodríguez sigue los cánones de los anticapitalistas (que no antisistema) al dar el portado, educado eso sí, a Pablo Iglesias debería hacerlo con todas las consecuencias, o sea, con el abandono del bienestar que le representa para ella y sus seguidores el seguir mamando del erario público, manteniendo sueldo y privilegios que les otorga ser diputados autonómicos. Teresa Rodríguez se va pero no se arroja al vacío porque tiene la confortable red económica para seguir adelante con su proyecto político. El problema lo tiene Unidas Podemos, con la desesperación de Antonio Maíllo, que fuera líder de Izquierda Unida en nuestra tierra y fuera hacedor importante de la marca Andalucía Adelante.

Hay que decir, sin embargo, que a Unidas Podemos, a nivel nacional, la salida de los anticapitalistas le deja a Pablo Iglesias un camino de rosas, sin contestación interna y con la sola misión de fortalecer UP, tener capacidad para negociar y dialogar con las confluencias que le rodean y, sobre todo, afianzarse como gobernante con capacidad para tragarse carros y carretas. En Andalucía, Unidas Podemos tendrá que recomponer su mensaje, alejado de los anticapitalistas, y buscar nuevo equipo capaz de dar fuerza y vigor a la izquierda. Alberto Garzón buen conocedor de las mimbres con las que se tejió Unidas Podemos, tiene ahora la oportunidad de aflorar a quienes sean capaces de serenar las turbulentas aguas de la izquierda y ejercer una oposición seria y sensata a las política de derecha diseñada por los augures de la derecha andaluza, porque, por lo que vamos viendo y sabiendo, el PSOE andaluz sigue enramado en la inconclusa pesadumbre de no haber digerido, todavía, que perdieron el Gobierno. Ya es lamentable que los socialistas, con la firma de algún parlamentario que llegó de rebote, se entreguen a una crítica fácil en base a acciones puntuales y sectoriales, pero incapaz de adentrarse en desmontar el modelo de sociedad que implanta, poco a poco, a la chita callando, el gobierno de Moreno Bonilla. ¡Qué manera de perder el tiempo!