Aunque entre la gran triunfadora de los Oscar de hace una semana ('Parásitos') y la gran perdedora ('El Joker'), haya obvias y grandes diferencias, hay entre estos dos excelentes filmes semejanzas básicas: ambos localizan la causa de la cólera social capaz de llevar a la violencia extrema más en la humillación que en la mera desigualdad, y los dos ofrecen, cada uno a su modo, un final lo bastante ambiguo como para no aparecer incitando a la revuelta (la cesión que a la postre los hace dignos de un Oscar). Por lo demás, el paisaje social de Corea, un arrabal del Imperio, que ofrece Parásitos, ha de percibirse tan familiar en USA en la coexistencia de la riqueza y la pobreza extremas que se entiende bien el premio a la mejor película nuestra. Ya Bertolt Brecht hablaba de los efectos V: alejar una historia en el tiempo o el espacio para poder juzgarla sin sentirnos concernidos.