Se anuncia terral en Málaga. Qué pereza. Febrero casi en la medianía y el viento maldito, caliente, soplón y traicionero amenaza ya. Luego quedará en menos, tal vez en siroco o ventarrón calenturro, en brisa no agradable, en termómetro semi disparado. Ayer lunes en la plaza de Camas a la una de la tarde hacía un solazo interesante, pero no quemaba; quedaban grupos de turistas de la Copa del Rey de baloncesto, guiris despistados, oficinistas absentistas, paseantes y gente que iba a sus recados. Traté de capturar un instante, qué hace esa niña sin colegio un lunes, ahí en el columpio, feliz. Fue un instante de lunes al que se le hace un engaño, se escapa uno de la oficina un rato, un lunes menos lunes al sol, una niña en el columpio, el feliz saludo a un amigo, una cañita por favor. Se descuida uno y está ahí la vida. Está uno tan tranquilo haciendo cosas y no se da cuenta de que las cosas pasan. Con el terral se nos pone mal humor pero el mal humor llega sobre todo cuando se lee que va a llegar el terral. A la gente le va la marcha, o sea, marcha terrralera, ya que pincha mucho en las noticias que hablan del terral, por eso esta columna se titula como se titula. Si fuéramos Josep Pla escribiríamos sobre la tramontana, no sobre el terral. Cada uno tiene el viento que tiene, claro. En lo sitios donde no hay vientos, los articulistas no pueden meter en sus columnas a ninguno. Salen columnas sin aire. Tal vez sin soplo. No es que nos la sople, pero tienen como menos aire.

No somos Pla porque no tenemos su talento inmenso. Lean 'Viaje en autobús' o mejor 'Fin de semana en Nueva York'. En 1954, Josep Vergés, dueño de la revista Destino, le pagó un viaje a Pla (eso sí que son editores rumbosos, oiga) y éste, corto y perezoso, se embarcó en el Guadalupe hacia La Habana, desde donde navegaría hacia la ciudad de los rascacielos. Escribió notas y reportajes punzantes, agudos, socarrones. Ventosos, diríamos también. Los restaurantes modernísimos, las gentes, los edificios, las luces. El carácter. A tomar viento los prejuicios. Incluso en adviento.

Mucho movimiento vio Pla en contraste con su masía y su pueblo y su tranquilidad. Venturoso viaje, deliciosa crónica. Una cana al aire. Cana al viento, mejor dicho, cana literaria. Miro el termómetro pero no sube, sube a escondidas. Abro el periódico e insiste en el terral. Noticia caliente.