Mariano había invitado a cenar en su casa a José Luis para ver juntos el Real Madrid-Manchester City hoy miércoles. Se lo comentó a Elvira, su esposa, y le pareció bien, encargándose de la intendencia doméstica. Mariano pensó en unos percebes de su tierra con unas botellas de Sanamaro sobre lías 2016 y un Lapola del mismo año, compartirían una ternera gallega que se harían a su gusto sobre piedra y, a los postres, los mejores orujos. Él tenía reservado su buen puro -dudó entre el Siglo V, de Cohiba, o el Sir Winston, de H-Upmann, dejando la elección para más tarde-. Su casa de Aravaca era un lugar maravilloso para recibir, más que su apartamento de Castellana.

Los dos expresidentes contaban, como es natural, con escoltas, y los de José Luis se quedaron en el porche hablando con sus compañeros. ZP solo llegó cinco minutos tarde y como no se trataba de una cena de matrimonio, Elvira, tras saludarle, se retiró.

-Te veo muy bien, José Luis, muy moreno. ¿Es por el sol de Venezuela?, qué suerte tienes…

-Pues no voy tanto como la gente se cree, lo que pasa es que cada vez que estoy allí le dan un bombo…

-Ponte cómodo. ¿Me permites que te sirva una copa de vino?, te va a gustar.

- Claro, Mariano. ¿Y tú? Cuando leí aquello de que te presentabas a la presidencia de la Federación Española de Fútbol me quedé perplejo.

-No hay nada. Me gusta el fútbol desde siempre, pero de ahí a presentarme…, ya no me presento a nada, más que en mi casa a la hora de dormir.

Y los dos rieron abiertamente, mientras Casilda, la empleada de hogar, terminaba de poner la mesa y los dos expresidentes se sentaban, uno frente al otro y a muy corta distancia porque ocupaban la mesa pequeña, de nogal, de una sola pieza. El salón era amplio, de forma rectangular, con grandes puertas de cristal que daban al césped, había muebles hasta el techo con fotografías de Mariano con presidentes extranjeros, y con Elvira y el primogénito, también Mariano, de 21 años, y Juan, el pequeño, de 15. Aunque fue famosa la niña de Rajoy, ésta nunca existió.

-Los percebes están riquísimos, Mariano. ¿Te los traen de Galicia?

-No hace falta. En Madrid hay muy buen marisco y tengo un pescadero estupendo, por supuesto -dijo Mariano convirtiendo las eses en casi ches-. Te quieres creer que en absoluto echo de menos la Moncloa, estoy más cómodo aquí. Como sabes, ya dejé Santa Pola.

-A mí me pasa igual, vivo muy cerca, en Valdemarín, al lado del hipódromo, y sabes que estás en tu casa, Moncloa es como un hotel.

-Pero ahora estarás ganando lo que no está en los escritos, nunca mejor dicho…

-¿Por mi mediación con Maduro?, qué va, pero si hago las cuentas y no me salen…

-¡Uy, chico!, pues no es lo que se dice, y más ahora con lo de PDVSA, la compañía estatal de petróleos, ¿y Repsol, se decide?

-Pues creo que ese asunto lo lleva directamente el presidente, la verdad es que no estoy al tanto. Oye, ¿y cómo lo está haciendo Casado?, le veo flojo.

-Está muy condicionado por los restos de la batalla, Alfonso en el País Vasco no era suyo, he tenido que interceder por él…

-Bueno, y Feijóo, que le marca de cerca y le corrige, parece que eres tú…

-Pues no, es él. El que no se queda quieto es José María, como tiene ascendencia con Pablo pues no para. Te digo una cosa, tú sabes que soy poco de ideologías, pero Pedro es el presidente más izquierdista que ha tenido España en toda su historia.

-Lo que pasa es que el país tenía y tiene asignaturas pendientes, como Cataluña, yo resolví algunas cosas, el tema de ETA…

-Y te volaron la T4 de Barajas. ¡Coño, el Real Madrid, que es la hora!

Mariano puso la tele mientras la carne se les chamuscaba, poco a poco, con suma discreción. Jaime Gil de Biedma nos dejó estos versos:

De todas las historias de la Historiala más triste sin duda es la de España,porque termina mal. Como si el hombre,harto ya de luchar con sus demonios,quisiera terminar con esa historiade ese país de todos los demonios.