Muñoz Molina y Javier Cercas han polemizado esta semana a propósito de Galdós. Por simplificar, Cercas no está tan a favor como Molina. Yo estuve este verano en su casa natal. En la de Galdós, no en la de Molina. Fue una delicia. Entre los muchos documentos y recuerdos y objetos que allí pueden verse hay un menú de un banquete que el autor de Los episodios nacionales compartió con próceres en un hotelazo de Málaga. Desde la casa de Galdós, en Las Palmas, hay luego un agradable paseo hacia el Gabinete Literario, la catedral y el barrio de Vegueta, donde puede visitarse la casa de Colón. Es un barrio delicioso, de arquitectura colonial. Podrías pensar que estás en Lima, como dice Mariano Vergara, gran conocedor de la isla sobre la que tiene escritas muy bellas palabras. Estas disputas literarias alegran mucho los lunes. No sé cuáles recuerdan o prefieren ustedes. «No, no una transfusión de Echegaray no, que tiene la sangre llena de gerundios», dijo Valle-Inclán.

Martes. Me llega el segundo tomo de los diarios de José María Souvirón, poeta malagueño (1904-1973). Tiene como editores literarios y cuidadores de la impresión a Javier La Beira, director de la Biblioteca del 27, y a Daniel Ramos López. Han hecho un magnífico trabajo. Lo abro al azar y leo las condiciones que a juicio de Souvirón ha de tener un amigo, un buen amigo, para que perdure la amistad. No se puede ser amigo mucho tiempo de un tonto, no. Souvirón está en la cincuentena, se aloja en Madrid pero viaja con frecuencia a Málaga. Vivió en Chile. Católico. En una entrada se queja de la abundancia de poetas. Poetas, poetas y más poetas. Libros y libros de poesía que no paran de llegarle. Sin embargo, se queja, el foco, los focos, le son esquivos a él. No sirve para medrar, estar oportunamente, adular.

Miércoles. Almuerzo de trabajo. El más importante de los incorporados a la mesa pide el solomillo poco hecho. Y llega muy hecho. Esa crudeza se traspasa a la conversación, al clima. De pronto todo se recrudece. Lo hecho parece que hay que volver a hacerlo. Lo negociado está crudo. Lo tenemos crudo. Ni el milhojas quita el mal sabor de boca.

Jueves. Tres películas he dejado a medias esta semana. La impaciencia era esto. Cosas de la hiperoferta. Sí vi gozosamente «Dos tontos todavía más tontos», con Jim Carrey y Jeff Daniels, de los hermanos Farrelly. Gamberrada total. Políticamente incorrecta, guarrona, ácida. Divertidísima. Anda, Netflix déjame en paz un ratito.

Viernes. Mi hijo tiene que llevar al cole una camisa con chorreras. Como aflamencada. Toda la santa mañana preguntándome si le harán fotos, si se manchará, si se sentirá extraño. Día de Andalucía por anticipado. Vísperas de Semana Blanca. Quisiera esperarlo en la parada del bus con un 'superzing' pero en el quiosco no hay y me compro el Hola. Si alguna vez estas notas semanales se publicaran en forma de libro, pondría que me he comprado 'Claves de razón práctica' o 'Filosofía hoy'. Boris Izaguirre entrevista a la Preysler.

Sábado. Releo las bellas y doctas palabras del gran poeta y catedrático Manuel Salinas. Escritas para la presentación de 'El mago de Riga', mi novela. Gracias. Salinas es un hombre de bien y tiene un talento inmenso. Yo escribo para tener más amigos, ya lo he dicho. Amigos como él. Y para verlos y gozar de ellos.

La pista de pádel está algo húmeda. Tengo la alegría que dan algunas perspectivas. Como comer bien. En el restaurante María (Pintor Sorolla) va ser. Un clásico. No sé cuántas paellas puede despachar este hombre cada sábado. Cada domingo. Allí y a domicilio. Los cuatro por cuatro bajan de las moradas en el monte enclavadas, moradas de lujo y buena vista. En las que se comerá esa paella. Me siento un poco intruso en estos restaurantes (un poco) de lujo. Echo unos sobres de sacarina al bolsillo.

La profesión anda algo revuelta por el cese de Fernando Garea al frente de Efe. Boyero le ha dedicado una magnífica columna. Garea es solvente y riguroso y ha dicho que una agencia de noticias no es una agencia de noticias del Gobierno. Lo cesó el secretario de Estado en un Rodilla, cafetería especializada en sandwichitos triangulares la mar de buenos. Hay uno de queso con nueces exquisito. Yo iba mucho en mis tiempos madrileños. Ahora también las hay aquí. Escribo aquí sin saber muy bien qué es aquí ni donde estoy ni dónde me lleva el oleaje. Está atardeciendo diríase que funcionarialmente.