¿Es buena noticia el regreso a la escena política de Artur Mas? Por lo pronto su primer trabajo no podrá ser otro que la liquidación ordenada de Puigdemont y el cierre del circo que mueve por Europa. Ahora bien, al propio tiempo tendrá que montar su propio invento para mantener el farol independentista y la tensión popular-populista. Hace días, tras cantarle a Puigdemont el fuera de juego, aludía al pozo de desconfianza entre Catalunya y España. Sabe bien de qué habla, al haber contribuido como pocos a que esa desconfianza haya pasado el punto de no retorno, pero esto no lo descalifica, al revés, pone realismo al análisis. Tal vez, como heredero del pujolismo (que administró el más largo diálogo-intercambio con el Estado) podría recomponer un soberanismo centrado, desmontando el asilvestrado y su épica. Siendo imposible ya la confianza, el mejor interlocutor será el que ponga realismo.