España es cojonuda. Apareció Fernando Alonso en la pomada mundial y cualquier hijo de vecino se sintió, de repente, capacitado para criticar los neumáticos de lluvia que eligió un equipo multidisciplinar de ingenieros cualificados y, sin saber muy bien cómo ni por qué, pit lane formaba parte de su vocabulario de toda la vida. Un juez dicta una sentencia conforme a derecho, con una pena calculada en base a la ley ritual que los políticos le dan, y una turba enfurecida y disconforme le recrimina su desconocimiento absoluto y su sometimiento al régimen patriarcal. O MasterChef. Qué daño ha hecho MasterChef. Cada español llevaba dentro un cocinero experto en emulsiones o deconstrucciones y nosotros sin saberlo, pero habíamos nacido para ello. Pepe, Jordi y Samantha han inspirado y revelado más vocaciones que Paulo Coelho. A eso le hace falta más alginato. ¿Alginato? ¿Qué le hace falta alginato? Lo que hace falta son más soplamocos a mano abierta en parábola perfecta de abajo hacia arriba con efecto a la derecha. Pero esto no debería sorprendernos en un país donde Pablo Iglesias forma parte de la comisión parlamentaria que supervisa al CNI. Qué pintará el comunista bolivariano teniendo acceso a secretos de Estado cuando su función gubernamental es bien distinta. Centro, vale. Nacional, lo dudo. Inteligencia, visto lo visto, va a ser que no.

Ahora los españoles no cabemos de gozo. Somos expertos epidemiólogos. Hay incluso algún imbécil con ínfulas de bacteriólogo que nos mira a los epidemiólogos con desdén, por encima del hombro. Menos mal que le damos de lado y lo dejamos a su bola, con su salmonela y sus lactobacilus. Esto del coronavirus nos ha dado en todo el gusto para dar rienda suelta a nuestros amplios conocimientos en protección civil, contención de enfermedades y horizontes apocalípticos. Coronavirus, rotavirus, enterovirus, no tienen ningún secreto para cuñados y vecinos. El cuñadismo patrio anda como loco demostrando su saber a la mínima ocasión que puede. Mascarillas sí, mascarillas no. Pues mire usted, depende del nivel de sugestión y escrúpulo que maneje el experto de ascensor con el que se cruce. O es que acaso no ha recibido usted un audio con voz femenina que le informa cumplidamente de una reunión de miembros de sanidad en la que se pergeña el plan oculto de las autoridades para solventar el asunto. Se trata de una lista de estrictas órdenes secretas de protección que ha recibido únicamente el personal sanitario. Debe ser un plan preconcebido por el Club Bilderberg para poblar la Tierra de médicos, enfermeras y auxiliares. Menos mal que esa buena mujer del audio viral rompe su silencio y comenta el asunto con el resto de los mortales para frustrar tan maléfico plan. A mí ya me ha llegado por tres vías distintas: Uno me dice que es su vecina de la comunidad, otro que es su prima y trabaja en el hospital, el último me asegura que es su mujer y se lo ha escuchado a una amiga que, pásmense, juega al cinquillo con Carmen Calvo.

Porque esa es otra. Que no cunda el pánico, porque las autoridades han planificado el proyecto que nos salvará el pellejo a todos. Las autoridades. Repito, las autoridades. Querido lector, concédase 30 segundos y repase mentalmente a los miembros del gobierno. Efectivamente. Estos van a elevar los hilillos de plastilina de Rajoy con el Prestige a tesis Summa Cum Laude. El gañán mentiroso de Sánchez, el chulo piscinas de Ábalos (desde aquí mi sincero reconocimiento a Carlos Latre), la bajuna de Montero, la aupada de la otra Montero, el falso de Grande-Marlaska, el contradictorio coletas chavista, la absorta de Calvo y su eterna cacería de moscas (la hechizada, la habrían llamado en el S.XVII), o ese ministro de sanidad que no ha tenido contacto con la sanidad en toda su puñetera vida.

Menos mal que nos sobramos y bastamos, que no necesitamos gente profesional y formada dentro del gobierno que nos indique seriamente una línea de actuación uniforme, consensuada, empírica, para entender y protegernos del coronavirus. Porque un español es así, experto y autosuficiente. Oye Javier, no hay huevos de pasar Semana Santa en Wuhan. ¿Que no? Sujétame el cubata.