Me gustan las semanas cargadas de política. No da tiempo a digerir una propuesta, una acusación, un reto o una huida. El Gobierno de coalición no ceja en su empeño de llevarnos con la lengua fuera. Y del Gobierno, el socio minoritario, Podemos, al que parece que le va la vida y se ejercita en carreras rápidas, como de 100 metros. No le vendría mal cierto reposo, entrenamientos más largos y ponderados, tal y como se ha demostrado con el proyecto de ley sobre libertad sexual. Hay una lógica cautela sobre la normativa escenificada por la disparidad de criterios, aunque no en la esencia, de Carmen Calvo e Irene Montero, dos mujeres de armas tomar, de fuerte carácter y siempre dispuestas a defender lo que les parece justo. Seguro que en su trámite parlamentario haya que retocarla, sobre todo si se tiene en cuenta que la derecha está en contra y la ultraderecha, significada en VOX, es radicalmente contraria.

Este proyecto de ley, esencial en la política de igualdad que propugna el Gobierno de Sánchez, verá escenificado sus principales artículos (no es abuso, sino violación) en las marchas que mañana 8M cubrirá el suelo patrio con el color morado, que no es otra cosa que el símbolo de la lucha de género, la igualdad y la libertad de la mujer para trazar su destino. Estas marchas recorrerán toda la columna vertebral de España en convocatoria hecha por asociaciones feministas y de LGBTI, sindicatos y partidos de izquierdas. La derecha se la coge con papel de fumar y aunque estará, no estará. Me explico: no refrendan el mensaje que se leerá, no estarán en la cabecera de la marcha y allí donde son rehenes (me refiero al PP y Cs) de Vox esta ley y todo lo que roce la política de igualdad es un plato difícil de digerir. Claro que a la derecha le queda la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, que se declara "feminista amazónica", o sea, que no, que ser feminista es un error.

¿Cuánto tiempo falta para que el PP de Casado fulmine a su portavoz en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo? ¿Qué debe hacer el PP de Casado para volver a la senda del centroderecha, sin remilgos de ningún tipo? ¿Cuánto tiempo tiene el PP de Casado para romper el cordón umbilical que le une a José María Aznar y su FAES? ¿Cuánto tiempo debe pasar para que ilustres barones del PP se levanten y proclamen que Cayetana Álvarez de Toledo no los representa? De entrada, dos afectos a la libertad de expresión como Núñez Feijóo y Moreno Bonilla lo tienen claro: la Constitución ampara la libertad de expresión como una de las señas de mayor peso e identidad en una democracia consolidada. Sin libertad no hay democracia. Pero es que, además, tal cual hace una y mil veces Vox, Cayetana Álvarez de Toledo ha hecho de la mentira su principal discurso político. Afirmar, como dijo, que el PP no está condenado por corrupción o que el PP, con dos andaluces al frente de la policía, no ordenaron dar palos a ciudadanos indefensos el 1 de octubre en Cataluña. Mal fichaje hizo Casado, mal hace en defenderla y mal hace si quiere que los ciudadanos entiendan que el PP es centroderecha; en estos momentos y con mensajes como los de Cayetana Álvarez de Toledo atacando a La Sexta, el PP se acerca peligrosamente a la diarrea mental de Vox, escenificado cada día más con la actitud chulesca y de matón de discoteca que ofrece el impar e ínclito Ortega Smith, amante de las armas.

Ley de Educación. Proyecto de Ley. Enmienden y mejoren la ley de modo que se pueda consensuar, por primera vez, una ley que debe enterrar la malhadada ley Wert, capaz de sumir en el caos a la enseñanza. Y a todo esto, huelga en Andalucía convocada por sindicatos y plataformas ciudadanas por la merma para la enseñanza pública que se intuye en el decreto Imbroda. Como es natural, el Gobierno andaluz, vía el desatascador Bendodo, ofició que era una huelga política. Bendodo es, al mismo tiempo, ariete cada martes para sacarle los colores al PSOE y cancerbero para detener los goles que le llegan a Moreno Bonilla.

Semana clave para el futuro de Ciudadanos. En Andalucía, como era de esperar, manda Juan Marín. Pero es Arrimadas quien de verdad tiene el mando. El ordeno y mando. De lo que haga o decida dependerá el futuro de Ciudadanos que sigue sumido en la desorientación. Este partido y, por tanto Arrimadas, sigue siendo esclava del PP y de Pablo Casado. Los agoreros anuncian que se entregará con bagajes y armas a la derecha del PP, olvidando que hay lugar para un partido liberal de centro.