Estos días nos da la sensación de estar viviendo inmersos en una película de ciencia ficción, en una constante pesadilla de la que no conseguimos despertarnos o en un eterno fin de año con un constante flujo de memes, mensajes y vídeos que saturan nuestros móviles.

Las medidas impuestas por las autoridades para ayudar a combatir el Coronavirus y evitar contagiarse del mismo han hecho que cada español cambie radicalmente de hábito de vida demostrando su capacidad de adaptación y en todo momento dar muestras de disciplina y unidad sin que nadie ni nada se imponga imperando la responsabilidad, aunque siempre está el tonto de turno que quiere romper esta estadística.

El ingenio va por barrios y balcones, y la carrera por ser más solidarios es una constante para alentar a todos los profesiones que están dando la cara en esta cruenta guerra contra el invasor invisible. Y es aquí donde, en la pelea por parte de algunos de querer demostrar que su profesión es la más digna, se desvirtúa la intención con el mensaje mezclando fondos y formas.

Es legítimo y más que merecido se tengan en consideración a todos aquellos profesionales, en virtud al desarrollo de su actividad y la entrega demostrada en este estado de alarma, como los médicos, trabajadores del sector de la alimentación, cuerpos y fuerzas de seguridad, farmacéuticos, transportistas, etc. Pero no es menos reprochable afearle a quienes aprovechan el momento para salirse de la unidad mostrada por todos para criticar con dureza y sin discrecionalidad a otros sectores como por ejemplo al político.

De entre los vídeos que van corriendo de móvil en móvil estos días, me ha llegado uno difundido en uno de los mil grupos que cualquiera puede tener creado en su teléfono, en el que la protagonista es una señora que esputa lindezas a todo político que se precie sin reparar en quién lo hace bien o quién mal.

Para enjuiciar el trabajo que está desarrollando cualquier profesión expuesta estos días se ha optado por aplaudir o verter parabienes en redes sociales y mensajes a través de los teléfonos móviles, invirtiéndose en el caso de los políticos.

En ningún momento me he sentido por aludido porque bien es cierto que la mala acción de algunos gobernantes justifica el cabreo generalizado que la población puede tener en estos momentos y la mala fama con la que cargamos viene de largo siendo más que merecida. Pero la acción y el momento me han hecho pensar en dos factores importantes, el de experimentar en propia persona el papel del político y el del momento extremo que examina al humano mostrándose como es en realidad.

Desde el lunes de la semana pasada toda la maquinaria de Diputación, trabajadores, gobierno, oposición, sindicatos, personal eventual, empresas externas, etc, no ha parado de trabajar entre la agonía de que algo grave se avecina y la resignación de esperar instancias mayores para que las decisiones a tomar sean las acertadas y todas en la misma dirección. No es el momento para valorar ni hacer bandera de medidas tomadas adelantándonos a las que esperábamos de otros, ni la dedicación empleada hasta el momento, porque como dicen muchos va en el sueldo.

Como persona me veo en la obligación de aclarar y recordar que tras un político hay alguien que sufre por los trabajadores de la institución luchando entre la integridad de los mismos y el mantenimiento de unos servicios mínimos que no perjudique a otros sectores de por sí ya muy dañados. Que sufre por los trabajadores de las empresas que dejan de prestar servicios para resguardarse en sus casas haciéndose una foto fija de la agonía imaginando a padres de familia encerrados en sus casas con sus hijos con la incertidumbre de un mañana negro cuando haya pasado todo esto y aun así mantienen una eterna sonrisa para que no les noten la preocupación mientras dura el obligado acuartelamiento. Que sufre por los familiares de los trabajadores, bien niños, bien personas dependientes, para que estén atendidos como merecen y como la ocasión exige. O el sufrimiento que genera tener cubierto y asegurar los mecanismos que protejan a los más vulnerables y a los empleados que hacen sea así ante el voraz cuchillo del virus.

En el amplio espectro del político está el que le apasiona su trabajo y el que aprovecha su estatus. El que monta en coche oficial y está rodeado de seguridad y el que está al frente de un pueblo pequeño, aislado, de difícil acceso y cuenta con los medios justos para combatir a este monstruo. Pero en todos los casos personas.

En un momento de extrema gravedad e incertidumbre me siento más orgulloso que nunca de nuestra sociedad y nuestro país, entre los que se encuentran los políticos también. Porque hoy más que nunca necesitamos servidores públicos, servidores públicos en mayúsculas como los sanitarios, los transportistas, abogados, comerciales, graduados sociales, empleados de alimentación, etc. Servidores que cumplan con responsabilidad las obligaciones exigidas. Porque es el momento se servir en la medida y la manera que nos toque a todos para el público en general, público entre los que nos encontramos todo con el convencimiento de que superaremos esta durísima prueba. Porque es el momento de todos. Tu momento, el de tus hijos, padres, hermanos, abuelos... Es el momento de nuestro país. SALDREMOS.