Fue éste en la BBC. A las 8 de la tarde del pasado martes 17 de marzo, hora peninsular de España. En 'Beyond 100 days', probablemente el programa televisivo más inteligente del planeta. Allí estaban: Katty Kay en Washington y Christian Fraser en Londres. Las dos estrellas del mejor periodismo político, el que todavía practica la augusta BBC británica. Cordialmente odiados ambos por el primer ministro Boris Johnson y sus mesnadas. Aunque eso sí. No tan odiados como lo son en Estados Unidos por Donald Trump y sus aguerridos seguidores.

Empezaron las primeras emisiones de este programa en enero de 2017, coincidiendo con la solemne inauguración de la era trumpiana. La idea original de los responsables de la BBC era cubrir solo los primeros 100 días del mandato del nuevo presidente. La caleidoscópica realidad de los nuevos tiempos pronto superaron todas las expectativas. Cuando llegaron a su final esos primeros 100 días, con inteligente criterio, la cadena británica decidió prolongar el programa. De ahí su nuevo nombre: 'Beyond 100 days'. 'Más allá de los cien días'. Ahí siguen. «Ad maiorem gloriam» del periodismo que no pacta con la náusea y que no renuncia ni a la inteligencia ni a la moralidad.

El poder de convocatoria de Katty Kay y Christian Fraser (con la estimable presencia de vez en cuando de la estupenda Michelle Fleury) una vez más atrajo el martes pasado a unas muy relevantes personalidades de la política y de la sociedad estadounidense. Entre ellos, el doctor Donald Yealy, de la Universidad de Pittsburgh, y Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations. Lo dejaron muy claro los intervinientes: «Ante el Covid-19 Estados Unidos en estos momentos no tiene nada remotamente parecido a una red social de seguridad». 27 millones de norteamericanos carecen de la cobertura de cualquier tipo de seguro médico. Y con escasas posibilidades de poder adquirirlo en un país que es inmensamente rico para unos pocos privilegiados y bastante duro para la mayoría de los ciudadanos. Según las estadísticas, el setenta por ciento de la población no sobrepasa el límite de los 1.000 dólares como saldo medio en su cuenta corriente.

También vimos esa noche a otros personajes en esa gran ventana global. Entre ellos al doctor Fabiano di Marco, responsable del Hospital de Bérgamo en Italia, donde las víctimas del Covid-19 mueren en la más absoluta soledad. «No tenemos equipos de protección para los familiares». Y al presidente Macron: «Nous sommes en guerre!». Y a la joven presidenta de Finlandia. Y a la muy curtida y siempre sensata Frau Merkel, hablándonos desde Alemania.

Por cierto. Fue también ese martes cuando me encontré con este titular en el diario El País: «China censura los libros de Vargas Llosa tras un artículo crítico sobre el coronavirus». Parece que a las autoridades chinas les molestó el artículo del premio Nobel que El País publicó el pasado domingo. Por estas palabras de don Mario: «El espanto que causa ese virus proveniente de China€» Es cierto que la OMS no ha precisado hasta este momento dónde se inició esta terrorífica pandemia. Pero también es cierto que fue un oftalmólogo del Hospital Central de la ciudad china de Wuhan el primero que detectó unos casos de transmisión viral no identificada en varios enfermos encamados en su hospital. Lo conté el pasado sábado en mi último artículo de La Opinión de Málaga ('El oftalmólogo heroico').

Tengo grandes amigos en China, un gran país que conozco bien y que admiro. Como también conozco y admiro al gran escritor que es don Mario Vargas Llosa, convecino ejemplar de los veranos marbellíes, cuya presencia nos honra a todos en este pueblo. He leído todos sus libros. Desde el día en que llegó a mis manos aquella ya muy amarillenta y algo cuarteada primera edición (1962) de 'La ciudad y los perros'. La que conservo como lo que es. Un tesoro.