Todos los días, cada hora que hemos tardado en tomar medidas, esta amenaza exponencial ha continuado extendiéndose. Ya hemos visto cómo en un solo día se podría reducir el total de casos en un 40% y la cifra de muertes en mayor medida. Pero el tiempo es aun más valioso que eso. Estamos a punto de enfrentarnos a la mayor ola de presión sobre el sistema de salud jamás vista en la historia. No estamos preparados, nos enfrentamos a un enemigo que no conocemos. Ese no es un buen punto de partida para empezar una guerra.

¿Qué pasaría si estuvieras a punto pelear contra tu peor enemigo, del cual sabes muy poco, y tuvieras dos opciones: o corres hacia él o escapas para ganar un poco de tiempo para prepararte? ¿Qué opción escogerías? Esto es lo que debemos hacer hoy. El mundo ha despertado. Cada día que retrasamos el avance del coronavirus podremos estar mejor preparados. Con ese tiempo podríamos bajar el número de casos, haciendo que se desplomen de la noche a la mañana. En Hubei, con 60 millones de habitantes, ya no hay nuevos enfermos. Los diagnósticos seguirían subiendo durante un par de semanas, pero luego comenzarían a bajar. Con menos casos, la tasa de mortalidad comenzaría a disminuir también. Y el daño colateral también se reduciría: menos personas morirían por causas no relacionadas con el coronavirus porque el sistema de salud no estaría saturado.