Llega un repartidor embozado, enmascarado, enguantado y jovial pese a todo. Camiseta roja, pantalón negro, pelos de punta. Pulseras de metal, treinta y pocos. Un punto punkie tiene el repartidor, que es repartidor de cosas imprescindibles, que he pedido por no salir a la calle, que ha de estar desierta, silenciosa y descontaminada. Le pregunto algo al repartidor, que contesta cansado pero no cansino. Luego me demoro un poco más a la hora de abrir un paquete. No hay tanta prisa ni tanto apremio. Tampoco emoción. Si uno ha pedido el paquete ya sabe lo que viene dentro, claro. Los repartidores son como los corresponsales que tenemos ahí fuera. Corresponsales en la calle, gente que nos trae paquetes pero también información, datos, impresiones. No conviene sin embargo darle mucho la chapa al repartidor. Si acaso, una propina, sí, por ser persona con un trabajo duro y muy mal pagado.

También son héroes estos días. Garantizan el suministro a gente confinada. Confinados somos todos. Podemos repartir besos y parabienes o maldades, venablos e invectivas por teléfono u otras vías tecnológicas, pero no podemos llevarle un libro, una ensaimada mallorquina o un paquete de arroz a nadie. Los repartidores sí. A veces pienso (solo a veces) si no estamos forzando la máquina al obligarlos a trabajar, ir y venir, circular, pero si les preguntas a ellos te dicen que peor es irse al paro, que es lo que va a pasar con mucha gente en Correos. Correos es una empresa pero también un imperativo interesante. Una orden. Correos. Que nunca dará el Gobierno. Tentado sí puede estar el Ejecutivo de dar otro imperativo: jodeos. Pero la gente a lo mejor lo entiende mal, sobre todo la que confunde el imperativo con el infinitivo y cree que solo nos mandarán jodernos si dicen «joderos».

Estamos tan jodidos que hacemos elucubraciones lingüísticas por pasar el rato, pero vaya por delante (y por detrás) que no es intención malsana o de joder a nadie. No dudo que haya gente que llame a un repartidor tan solo para poder hablar con alguien. La soledad sí sale a pasear. Tiene que ser muy jodido.