El pasado domingo, ya en el mediodía, sonó el teléfono de casa. Un sonido aparentemente inocuo que en estos tiempos puede ser inquietante. Era Françoise Cazaudehore, la hermana de nuestro amigo Pierre. Efectivamente era portadora de una muy mala noticia. Nos anunció el fallecimiento, esa misma mañana, de su hermano, nuestro amigo, en Saint-Germain-en-Laye. Pierre Cazaudehore fue uno de los grandes hoteleros de Francia. Un personaje digno del legado filosófico de un Brillat-Savarin. He tenido el inmenso honor de ser su amigo, su buen amigo, desde mis tiempos de Los Monteros. Hace casi cuarenta años. Pierre y su admirable familia estarán siempre unidos a la magia que representa uno de los más bellos hoteles de Francia: La Forestière, en Saint-Germain-en Laye, cerca de París.

En 1944, terminada la liberación de la capital de Francia de la pesadilla totalitaria que fue la ocupación nazi, el comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, el general norteamericano Dwight Eisenhower, 'Ike', instaló su cuartel general en Saint-Germain. Muy cerca de los esplendores de Versalles y de un establecimiento de hostelería legendario: la casa de Jean - Baptiste y Liliane Cazaudehore. El general Eisenhower (unos años después sería el presidente de los Estados Unidos) se convirtió en un visitante asiduo del acogedor restaurante de los Cazaudehore. No pocos de sus desayunos, almuerzos y cenas de aquella época tuvieron como marco aquella casa, tan deliciosamente francesa. Donde a los encantos de una residencia campestre se unían las tradiciones del arte de la buena mesa, con la estimable ayuda de la gran cocina, los nobles vinos y los gloriosos quesos de Francia.

Los orígenes de la dinastía hotelera de los Cazaudehore se remontan a 1928, cuando Jean-Baptiste Cazaudehore decidió abrir un restaurante en la Forêt de Saint-Germain. Los militares de un acuartelamiento cercano al establecimiento lo llamaban la 'buvette', la cantina. Y la 'buvette' fue creciendo en fama, en prestigio y en sabiduría hostelera, gracias al incansable matrimonio Cazaudehore. Día a día, él en la sala y ella al mando de las cocinas, donde los consejos de su padre, el 'chef' del mítico Prunier, fueron dando forma a un patrimonio culinario de singular calidad.

En plena ascensión de la casa Cazaudehore, estallan en septiembre de 1939 los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Tiempos duros y dramáticos, que afortunadamente respetan al establecimiento. Al final de la contienda se abre una nueva etapa en la que la casa de los Cazaudehore retoma con todos los honores su trayectoria. Lo que supo aprovechar brillantemente el hijo de Jean-Baptiste y Liliane, mi buen amigo Pierre Cazaudehore. Profesionalmente formado en la exigente escuela del buen hacer diario de sus padres y en la prestigiosa École Hôtelière de Thonon.

Aprovechando el regreso de los buenos tiempos, Pierre, con su esposa, Christine, convirtieron en una espléndida realidad un antiguo proyecto de la familia: añadir un hotel al restaurante. Sería La Forestière, un elegante albergue de 25 habitaciones y 5 suites, con espléndidos salones para reuniones y banquetes. Pronto el hotel desbordó todas las expectativas. Fue un éxito arrollador. En el que no fue ajena una decoración perfecta. Donde cada habitación, cada salón son un pequeño mundo consagrado al confort, refinamiento y al buen gusto.

Un hotel que pronto sería una de las joyas más respetadas de los Relais & Châteaux. La primera cadena hotelera que agruparía desde sus orígenes, netamente franceses, la mejor colección de grandes hoteles con encanto del planeta. En cuya creación Pierre Cazaudehore, el maestro, tuvo un muy señalado protagonismo. Junto a su buen amigo, Jo Oliverau, el presidente y fundador de los Relais & Châteaux. Hace unos años se produjo el previsible relevo generacional. Philip Cazaudehore, hijo de Christine y Pierre, tomó el timón de La Forestière. El heredero está ahora escribiendo nuevas páginas a la altura de esta casa espléndida y de la dinastía que la hizo posible. Sus padres aprovecharon su jubilación para disfrutar con más frecuencia de su querida España. Durante muchos años, su segunda casa ha ennoblecido uno de los más famosos campos de golf de Marbella.

Christine Cazaudehore falleció hace poco. Después de compartir ambos una larga y siempre fecunda vida, su pérdida fue para Pierre una tragedia sin paliativos. A partir de entonces, todo sería diferente. Por eso, hoy, sus amigos deseamos pensar que Pierre Cazaudehore es ahora feliz, al lado de la mujer de su vida.