Que la salida siempre es hacia adentro, ya lo sabíamos. Sabíamos que había que parar, que había que volver al origen, al hogar, a la familia, que había que repensar lo pensado y reiniciarlo todo. Lo sabíamos pero no nos dimos cuenta. La vista cansada, la rueda del hámster, las prisas... Tras la pantalla azul y el error 404, aún nos queda un largo camino y depende de nosotros.

Nadie nos va a sacar de esta. Estamos solos. Dejen de pensar en el Estado, o en la política cainita de los partidos, en las trincheras, dejen de pensar en un gobierno que no comparte nada y en una oposición que hace la goma, como Lejarreta bajando La Covatilla, dejen de pensar en la Unión Europea que sigue durmiendo el sueño de los justos y en los demás que siempre son los otros. Ahí fuera no hay nadie. Yo he visto cosas que no creeríais. He visto las calles, las carreteras y los polígonos vacíos.

Recuerdo a Luis García Montero, cuando escribía: «bajo una lluvia fría de polígono,/ con un cielo drogado de tormenta/ y nubes de extrarradio». Así he visto a Málaga, como una estepa mojada, un desierto de silencio, nada, y frente al Palacio de Ferias y Congresos, en la autovía, a media tarde, nada; y en casa, vosotros, nosotros, sobre las pantallas frías, las redes que se incendian poco a poco y la gente que se indigna demasiado. No, no es eso.

Nieto Jurado me envía su último artículo antes del amanecer y lo leo con una taza de café y el rifle cargado, suena 'Facciamo finta che' en la radio. Nieto Jurado, desde la novena ciudad de Andalucía, que es Madrid, escribe: «las redes sociales -era esperable- han pasado de la solidaridad al motín sostenido; la España de los balcones ha degenerado a la España de las delaciones: este país de porteras y envidiosas€». Luego me envía un audio desde el bunker y habla de felicidad, del picor de la vocación y de la radio, otra vez, la radio.

Hago Facebook Live en la radio como el que hace terapia. La radio, siempre he dicho, que para mí es lo más parecido a un juguete. Ahora es Metadona y Estazolam. Noto el calor de la gente. Nos mandamos mensajes y ponemos canciones. Se trata de acompañarnos, como a las ocho en las terrazas, entre aplausos, en los áticos, se trata de poner palabras y música a todo este desconcierto y creer que podemos.

Suena la música en la radio, la música que eligen los oyentes. Suena Pausa de Izal, Coldplay, Calle 13, PJ Harvey... Noto que la música ha cambiado porque todo ha cambiado. Todas las canciones parecen ahora trajes a medida para este momento. Todos nos adaptamos. La música también. Suenan las canciones y nos sentimos mejor. Sólo eso y, entre canción y canción, creo que aún no hemos caído en que en esta crisis sólo hay dos tipos de personas: los que no saben nada y los que no saben que no saben nada.

La música, como un prêt-à-porter o un digestivo, mientras nos miramos al espejo. Frente al espejo, frente a la cámara, frente a frente, frente a nosotros mismos. Sabemos entonces, en la certeza de nuestras arrugas confinadas, que la salida siempre es hacia adentro. En esta primavera de invierno, en este paréntesis hueco, solo saldremos de esta aventura nosotros, solos, unidos, mejores, con la certeza de que podemos porque podremos.

La salida siempre es hacia adentro. Pienso en palabras y en personas. Pienso en Josefa Gálvez, alta en coronavirus, a la que entrevisté, y lo primero que hizo fue dar las gracias. Pienso en Andrés Olivares que hace luz con el lenguaje y me dice: «la vida hay que vivirla, Roberto». Pienso en mis amigos médicos que me envían recetas de esperanza y pienso en todos vosotros, nosotros.

Y luego pienso en palabras: palabras que al buscar su origen se convierten en oro del Perú. Palabras como gripe, que deviene del alemán, y que significa acurrucarse. Crisis, del griego, decisión. Virus, veneno; Unidad, del latín, un, uno, único, solo... Y pienso que estamos solos y que sólo saldremos de esta unidos, acurrucados, expulsando este veneno febril con nuestras firmes y unánimes decisiones.

No, no se trata de que nos enfrentemos ahora ni de dilapidar nuestras fuerzas en el fango de las redes. Ahora no. Ya habrá tiempo de pasar facturas, y yo seré el primero. Lo juro. Ya habrá tiempo de hacer el balance decimal. Ahora, unidos, nosotros, solos, mejores, con la certeza de que podemos porque podremos y de que la salida siempre es hacia dentro.