Que Rusia y sobre todo China aprovechen ahora propagandísticamente las dificultades de los europeos para combatir el coronavirus no debe sorprendernos, pero tampoco debería servir para distraernos del problema bien real de la insolidaridad entre los socios de la UE.

Egoísmos nacionales, cierre de fronteras sin consultar muchas veces al vecino, prohibición de exportación e de material protector y, sobre todo, negativa a soportar entre todos los costes económicos de la crisis son sólo ejemplos de la actual realidad de la UE.

Lo vimos ya con motivo de la crisis económica griega y luego la de los refugiados, con Alemania, en este último caso, abriendo de par en par sus fronteras por nobles motivos humanitarios, pero tratando luego de de imponer a los otros su reparto, algo que sus socios no aceptaron.

Recelan ahora muchos que la ayuda sanitaria que parecen dispuestos a aportar Moscú y Pekín a la UE es sólo un enorme esfuerzo propagandístico por parte de esos dos regímenes autoritarios, que tratan de agrandar aún más las divisiones entre los europeos.

Informan medios alemanes de que en este país, un gobierno local ha tomado la decisión de dirigirse personalmente al presidente chino para solicitarle no sólo material protector y personal sanitario sino también apoyo a la posterior reconstrucción económica, una vez superada la pandemia.

China suministra ya ayuda sanitaria - mascarillas, respiradores, pero también personal médico- a un total de 82 países; material que no es siempre cien por cien fiable como ha ocurrido en España, que ha tenido que devolver cientos de miles de mascarillas por no cumplir los estándares exigidos.

Pero ¿qué hace a su vez el país líder del "mundo libre" con un presidente que parece vivir desde que le eligieron,en una realidad paralela, mintiendo a troche y moche en sus tuits y sus ahora casi diarias conferencia de prensa, despreciando al resto del mundo y jactándose ante su corte de aduladores de que hasta que él llegó a la Casa Blanca, nada había funcionado en aquel país.

Cuentan diversos medios europeos de que parte del material que llega a la UE desde China, por ejemplo, a esa Holanda que tan insolidaria se ha mostrado siempre con los países mediterráneos, es una donación del gigante de las comunicaciones Huawei.

Y es sabido que Huawei quiere venderle a Europa su tecnología móvil de quinta generación, algo que Washington trata de impedir por considerar que ese material someterá muy fácilmente a sus aliados al espionaje del Gobierno de Pekín.¡ Como si Washington no los hubiera también espiado!

China, convertida en un extraño híbrido comunista/ capitalista, buscan exportar al resto del mundo sólo esa tecnología, sino también trenes de alta velocidad, automóviles con motor eléctrico, inteligencia artificial y otro material puntero, lo que constituye una seria amenaza a la hegemonía global de que ha gozado hasta ahora EEUU..

Hace ya diez años, el banco británico Standard Chartered pronosticó que el gigante asiático alcanzaría a EEUU en 2020 mientras que el estadounidense Goldman Sachs retrasa ese hecho hasta 2027, pero las consecuencias económicas de la pandemia en todo el mundo dificultan ahora ese tipo de previsiones.

Las repercusiones negativas del coronavirus en las economías de muchos países que son ahora clientes de China pueden hacerle un gran daño al país asiático, que verá reducirse su tasa anual de crecimiento..

Lo que sí podemos prever en cualquier caso es que continuará la batalla propagandística de unos y otros. Y que Europa seguirá, para nuestra desgracia y con peligro para su propio futuro, incomprensiblemente dividida.