Ayer y hoy solía producirse la gran estampida. Hacia las costas, por ejemplo. Yo me iba a los madriles pero el mayor desplazamiento que voy a acometer es ir al súper. Antes pasaré por el portal. Allí estará mi portero, servicio esencial, con el que comentaré la actualidad del día. Él es más radical que yo, seguramente porque yo me voy moderando con los años o quizás es que estoy empanao. Es bueno salir a la calle con un puyazo de radicalidad en todo lo alto, ya que si no, sale uno manso, pardillo, dispuesto a que el mundo lo atropelle o a que lo tomen a chufla. Ayer por la tarde hubiera tomado el AVE. Lo que pudo haber sido y no fue. Seguramente usted se iba a Marbella, a Alicante, a Barcelona, París o la Toscana, pero nos vamos a quedar todos en casa viendo la procesión del sofá a la nevera y el viacrucis del dormitorio al baño y el encierro de los niños, que no hay quien los acueste hasta la madrugada. Para paraje natural, la planta que nos está creciendo en el balcón. De esta santa semana nos vamos a acordar toda la vida.

Los hosteleros también. Y los hoteleros. El sector cree que la temporada solo se podría salvar en parte con el turismo nacional. Vamos a estar todos más tiesos que la mojama y además con miedo a viajar a países que tengan aún el virus. Así que se impone visitar este viejo país, que como diría un rancio folleto es un crisol de culturas. Habría que añadir: y de gastronomías, autonomías y mala leche.

Viajar es un placer sensual sin el que nos vamos a quedar. Habrá que nutrir Instagram con fotos de tartas, empanadas, torrijas o estofados. O de gimnasia casera o de imágenes viajeras de otra temporada, porque lo que es esta vamos a pasar el viernes o sábado santo en ese sitio en el que se está mejor que en ningún sitio pero que pronto vamos a aborrecer.

-Oiga, será usted, que yo tengo jardín y piscina.

Claro, cada uno cuenta la feria según le va, pero esta feria es de confinamiento aunque la ministra Montero puso ayer algo de expectativas, un cebo, un aliciente o acicate: vida normal, tal vez, algo normalizada a partir del 26 de abril. Un poco pronto lo ve uno, especialista en nada, en observar nubes si acaso, en pilates casero, en leer novelas o haikus. Dejemos volar la imaginación. O al menos, andar. Pensando dónde estaríamos esta Semana Santa. Tal vez en la inopia, no lo descarten