Todos conocemos ya, en estos días de estado de alarma, el rostro y ronca voz de Fernando Simón, dándonos a diario el parte de guerra contra el coronavirus, con sus cifras de infectados y muertos. Pero ha habido en nuestra historia otros Simón, como de hecho ocurrió en la Edad Media, con las epidemias de lepra en Europa. En ese caso eran los párrocos de cada pueblo los encargados de elaborar las listas de afectados, hasta el punto de que podían ser excomulgados si no cumplían con esa obligación. No es, sin embargo, el único déjà vu de esta pandemia. Las redes sociales son, en estos días, un hervidero de noticias y fakes de cómo combatir al temido coronavirus. En la antigua Babilonia no había médicos y, por ello, los enfermos se exponían en las plazas y mercados para que el público les diera al pasar lo que consideraban remedios para sus dolencias. A las ocho de la tarde todos nos hemos acostumbrado ya a salir a nuestras ventanas y balcones a aplaudir como muestra de apoyo a quienes combaten en primera línea contra la maldita enfermedad que diezma especialmente a nuestros mayores y se encarniza con nuestros luchadores sanitarios. Para espantar la peste en Europa, en el siglo XIV, los vecinos se concentraban en las plazas para aplaudir todos juntos mientras repicaban las campanas, pues los expertos decían que así «se rompía el aire», cuya rigidez era la causa de la expansión de la enfermedad. Y cómo no recordar las mascarillas tan demandadas. Pues en el Medievo, se taponaban las fosas nasales con miga de pan para no estornudar. La falta de respiradores en las UCI, ha llevado, en algunos casos a nuestros médicos al difícil dilema moral de a quién aplicar ese recurso escaso. Pues bien, los indios tobas de El Chaco, Argentina, cuando el curandero o payac dictaminaba que no tenía cura, se remataba a éste con un golpe de macana en la cabeza. También, especialmente en los primeros días en que nos alcanzaban las salpicaduras de Wuhan, se registraron en todo el mundo episodios xenófobos contra ciudadanos chinos. Pues bien, en la propia China, durante la segunda dinastía Han, hace unos 2.000 años, los enfermos de la región de Sech Huan, eran encarcelados, pues parecía claro que los dioses les señalaban como autores de algún grave delito. En definitiva, todo es un déjà vu, lo que nos conduce a la esperanza, pues la humanidad ha logrado erradicar aquellas pestes y lepra que antaño diezmaban la población. Un déjà vu al que debemos aferrarnos.