Hay una figura literaria que, década tras década, sigue protagonizando películas y libros de ficción de numerosos autores nacionales e internacionales: me refiero, claro está, a la figura del doble, ese tipo construido con la esencia de cada uno pero sobre el que no tenemos control y, por tanto, escapa a nuestra voluntad. Somos nosotros mismos pero no podemos decirle lo que hacer, es una proyección etérea que luego, en el día a día de esos relatos ficticios, se concreta y nos complica la vida, porque todo el mundo creerá que el que habita bajo esa piel y esos y ese pelo somos nosotros. Hay quien cree en realidades paralelas o soñadas, planos existenciales que discurren por universos cercanos que coexisten en los que cada uno de nosotros habita cientos de vida distintas. ¿Cómo habría sido la vida de esos otros yoes que nacen de nuestras esencias y atributos y que ahora escapan a nuestras órdenes? ¿Cómo se habrían enfrentado, por ejemplo, a una situación más propia de las distopías como la que ahora estamos viviendo? ¿Cómo nos hubiéramos comportado, partiendo de la base de que tuviéramos un doble, si no hubiera existido el confinamiento derivado de la maldita crisis del coronavirus? Así, por ejemplo, estos días me he preguntado en qué habrían consistido todas esas conversaciones que no he tenido en estos días de primavera pero que, si el discurrir normal de la existencia hubiera sido el habitual, se habrían dado; los amigos y amigas con los que habría quedado a comer o a tomar una cerveza tras otra; cómo habrían sido nuestras relaciones amorosas si no hubiera irrumpido este confinamiento brutal, esta disrupción sanitaria que amenaza o que ha convertido directamente nuestras vidas en un gran experimento social en el que se ha revalorizado el uso de las nuevas tecnologías y que ha puesto a muchos filósofos sobre la facilidad con la que nos dejamos recortar libertades tan esenciales como las de movimiento. ¿A qué bares o restaurantes hubiera ido? ¿A quién hubiera conocido? ¿Qué libros habría leído en una realidad paralela en la que el confinamiento no existiera? ¿Cuántos besos y abrazos habría dado? ¿Qué espectáculos teatrales o musicales habría consumido? ¿Habría contestado mi otro yo a estos perfiles que, en el estercolero de Twitter, son incapaces de distinguir entre el periodista que escribe la información y el protagonista, el que emite los mensajes? ¿Me habría embarcado en un crucero o en un viaje transoceánico? ¿Habría montado una empresa o adquirido volúmenes antiguos en librerías de segunda mano? ¿Habría seguido leyendo a Juan Tallón o, por el contrario, habría arrumbado su libro para leer algún bestseller edulcorado y cocinado en dos días para capricho de lectores vacuos? Es más: cómo se comportará, dando por hecho que esas teorías sean cierta, mi otro yo en esa realidad paralela que discurre sin confinamiento alguno y en la que una enfermedad venida de China no nos afecta. ¿Habría pensado algún día ese otro yo, mi doble, que un epidemiólogo asegurara en una entrevista que es relativamente normal que haya pandemias que diezmen determinadas especies cuando la sobrepoblación de estas se desmanda? ¿Habría escrito ese otro yo la última novela a la que di forma, en la que todavía resuenan los ecos de la última crisis económica? ¿Tendría ese otro yo ese miedo al vacío económico y existencial que siente mi yo verdadero en estos días de tiempo juguetón y realidades viscerales y contundentes como catedrales góticas, que diría Javier Puche en uno de sus aforismos? ¿Seguiría consumiendo ese otro yo alegres canciones de bossa nova mientras el precipicio está al final de la realidad diaria? ¿Quién habría ganado la Copa del Rey en esa realidad paralela? ¿Serían más respetuosos algunos responsables de prensa con el trabajo de los periodistas? ¿Pensaría la Unión Europea de una forma más solidaria y humana? ¿Podrían desaparecer el nacionalismo catalán y sus postulados supremacistas de la faz de la tierra? ¿Seríamos más felices si no nos hubiera tocado vivir estos tiempos 'interesantes? No lo sé, sólo estaba haciendo preguntas retóricas.