La programación más vista en las cadenas habrá sido estos días el reality show (Skype mediante) de Alexia, Alfonso y Marta. No hay quien compita con una historia de infidelidad metida en todos los hogares, sin escape. No recomendable convertirla en vodevil habiendo un altar por medio (el que Alfonso habría mostrado a Marta, la víspera de su traición). ¿Y en la cuarta pared de los espectadores, en sus encierros? Unanimidad espontánea de las mujeres contra el réprobo. Unanimidad también en los varones, pues un posible disidente se habrá acobardado ante las miradas de soslayo. Algún ¡ejem! de él o ella en parejas con antecedentes. Algún mutis por el foro para ir al baño, por si la turbación delata. Alguna vieja historia que revive y se instala en el aire, ya electrizado por el encierro. Algún silencio demasiado largo. Y luego el reflejo condicionado: con Skype, culo en pared siempre.