El lunes amanece esta vez con la sensación de que, al fin, se disfruta la rutina ligeramente distinta que anhelaba aquel país que entró en barrena un martes por la tarde, tras la medida inicial del Gobierno para aliviar el confinamiento de los niños. Desde entonces, los días fueron inciertos hasta que llegó el domingo y, con los titubeos y excepciones de rigor, se abrió la primera rendija que ya intuye la luz absoluta.

La tarde de los niños

Sin lugar a dudas, la del pasado martes 21 de abril puede ser considerada como 'la tarde de los niños'. La franja vespertina se vio, de repente, acaparada por la sorprendente visión sobre el alivio infantil del confinamiento que hizo pública, en un principio, el Gobierno de Pedro Sánchez. Las reacciones de los políticos malagueños no tardaron en salir de paseo por las redes sociales. Y en ellas, una vez más, predominó un halo previsible y la enésima confirmación de que, a diferencia de como sucedía hasta hace dos o tres décadas, la clase política ya no hace un esfuerzo para atender a la cuota de autocrítica o de reconocimiento de ciertos errores que se espera de un ser humano. De un tiempo a esta parte, cada cual lleva hasta sus máximas consecuencias aquel refrán en el que cada sujeto hace de su capa un sayo y se hace fuerte en lo que considera que es la única verdad posible. O sea, su propia verdad. Hay quien, incluso, aprecia en esta actitud cierta degradación de la moral, pero eso ya daría para un análisis más sesudo que requiere de la visión de un verdadero experto en ese tipo de materias tan complejas y afiladas.

De vuelta a las reacciones en las redes sociales al anuncio sin paseos del alivio del confinamiento de los niños y la posterior rectificación gubernamental, llama la atención -aunque entre dentro de lo esperado- los términos en los que de forma tempranera encajó la lluvia de críticas el actual senador del PSOE que batió récord de iniciativas en el Congreso de los Diputados y fue líder provincial de su partido, Miguel Ángel Heredia. En la actualidad, se muestra en las redes casi tan prolífico como en su etapa de la Carrera de San Jerónimo. Siempre hace gala de un estilo y un argot que roza la pasión del forofo y derrama ese automatismo previsible de aquel a quien se le supone que, prácticamente, actúa como juez y parte.

Pasadas las cuatro y media de la tarde, Heredia entró en escena para defender al Gobierno socialista de las críticas y poner el parche viendo el cariz que iba a coger la herida: «Los que decían que el virus era como un resfriado luego dijeron que había que haber parado antes. Los que pedían pararlo todo ahora piden salir ya a recuperar la economía. Los que decían que los niños no aguantaban ahora dicen que el levantamiento es precipitado. ¡Qué difícil!», escribió el político mollinato.

Luego, cuando tras la tormenta llegó algo de calma, otros socialistas malagueños -como el diputado 'sanchista' Ignacio López o el secretario general que relevó a Heredia en el poder del partido a nivel provincial, José Luis Ruiz Espejo- salieron en tromba a difundir la intervención del ministro de Sanidad, Salvador Illa, que enmendaba el fiasco inicial.

Por parte del Partido Popular, el vicesecretario nacional de Comunicación y diputado por Málaga, Pablo Montesinos se erigió, fiel a su rol, en el altavoz con más watios de la oposición poco constructiva en la que se ha enrocado su superior, Pablo Casado. Montesinos le reclamó al Gobierno que «rectifique y permita dar paseos cortos por zonas abiertas» y se remitió a la reacción del presidente del partido.

La postura de Ciudadanos también quedó clara en el 'timeline' del diputado nacional Guillermo Díaz, quien retuiteó sendos comentarios de Inés Arrimadas. La presidenta naranja reaccionó asegurando que «se debe empezar a permitir la salida de los niños de casa, pero para dar paseos limitados, al aire libre y en el entorno del domicilio, no para ir a supermercados y otros posibles lugares de contagio». «El Gobierno debe corregirlo y no tomar medidas así improvisando y sin consenso», añadió Arrimadas antes de anunciar «una enmienda a la prórroga del Estado de Alarma para corregir la medida del Gobierno sobre el desconfinamiento de los niños porque la salida de los niños de casa debe ser controlada, limitada y en espacios al aire libre».

Esa misma tarde y aunque en su comentario latían de fondo otras cuestiones, la diputada malagueña de Vox Patricia Rueda dio una nueva muestra de la deriva extremista a la que sigue abonado su partido hasta en plena pandemia del coronavirus. Tomando como base una frase en la que la ministra Isabel Celaá no aceptaba la existencia de mensajes negativos, Rueda se refería a un 'Gobierno Gran Hermano' y un 'Gobierno del Bulo' para asegurar que estaba «harta de su estrategia dictatorial».

Estas y muchas cosas más suceden cuando nuestros políticos se dejan atrapar por la acritud de las trincheras tecnológicas que despliegan las redes sociales...